mexico68En este semana se recordaron los hechos del día 2 de octubre de 1968. Una tarde gris para la democracia mexicana cuando el sistema político hegemónico y vertical llegó a la cúspide de la coacción y represión. Una consecuencia de la falta de capacidad de entendimiento y sensibilidad en la clase política para darle a los estudiantes y a la sociedad mexicana un cauce legal y político a sus demandas.

El resultado más allá de lo sangriento de aquella jornada, impuso a la sociedad mexicana el tránsito de un caminar hacia la crítica del sistema político para su renovación. Un proceso que no fue sencillo ni inmediato, se requirió de varias décadas para institucionalizar la participación ciudadana y acotar al gobierno para que los votos sean válidos, con lo cual se propiciará el arribo de la “oposición” ya como una opción de gobierno. Los mexicanos hacemos bien en no olvidar este hecho que marcó a una generación y definió un rumbo al país que hoy tenemos.

Sin embargo, y por las mismas características sociales divergentes en la nación, hoy la fecha es también es aprovechada por grupos subversivos y anarquistas que ven en ese día la oportunidad de violentar la paz y la armonía social. Muchos de ellos ni saben ni son conscientes de lo que realmente significa este hecho histórico para la vida política del país.

El movimiento del 68 fue un parteaguas en la vida política nacional. Inició de una trifulca entre bachilleres de dos sistemas escolares preparatorianos antagónicos y la incapacidad del gobierno de entender y canalizar el conflicto en una justa medida. Por ello, al violentar el Estado la vida autónoma universitaria, los sentimientos reprimidos de la sociedad por el sistema totalitario encontraron un cauce social normal para aflorar. De un pleito de calle estudiantil, el movimiento se convierte en un espacio de reflexión de lo que era y debería ser México. Pero que al final fue la fuerza del Estado que se impuso, quebró y fulminó las buenas intenciones que se tenían.

En esa época no habían las redes sociales, mucho menos la heterogeneidad de medios de comunicación, mucho menos espacios libres ni foros autónomos para el intercambio de ideas en la sociedad. El Estado coaccionaba y controlaba. No había la libertad que hoy, aún y a pesar de los que muchos dicen, vivimos.

México ha cambiado, no sé en que proporción por el 68. Pero no tengo duda que aún cuando no me tocó vivir dicho hecho, la influencia de lo que pasó en la Plaza de las Tres Culturas es parte de la memoria política colectiva de la nación. Olvidar no debemos.

AL CALCE. Lamentable que en el Ayuntamiento de Mérida no se tenga el criterio para determinar que una obra de teatro con desnudo no debe exhibirse en una plaza pública, tal y como sucedió el fin de semana pasado en la comisaría de Cholul. No es cuestión de puritanismo moral. Simplemente ser conscientes que en un fin de semana las plazas son lugares para que las familias, acompañadas de los niños, puedan disfrutar de esos espacios libres de esparcimiento. En Mérida se han montado obras con desnudos, como aquella famosa de “Postada, tu gato ha muerto” o recientemente con la obra “CuatroXXXX” donde se presentan desnudos artísticos o temas controversiales como fue el caso de “Monólogos de la Vagina”. Solo que esos montajes se hicieron en teatros, es decir, espacios cerrados, con público que conscientemente y en ejercicio de su libertad y voluntad deciden entrar a verlas.

Hoy Renán Barrera Concha está obligado a pedir perdón a la sociedad y rectificar el camino en cuanto a este tipo de espectáculos, que no son malos siempre y cuando se hagan en los espacios adecuados para su presentación.


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