15mayoUna sociedad que no educa a sus nuevas generaciones difícilmente logra evolucionar los estadios de desarrollo cultural, social e intelectual. En los maestros, los formadores de esas generaciones, se tiene un fundamento que permite a la sociedad lograr cumplir con ese objetivo.

En tiempo no muy lejano, los maestros eran auténticos apostoles del conocimiento. La sociedad veneraba y reverenciaba al maestro por darle a los individuos la oportunidad de superación, de crecimiento y abatimiento de las dificultades y retos que la vida impone. Los maestros eran para muchas comunidades modelos de rectitud, de honradez, de palabra y honor.
Lamentablemente hoy en día por la necesidad de cubrir la mayor cobertura de educación en el país se llevo a facilitar el acceso de jóvenes al magisterio. La intención era muy clara, el abatimiento de la ignorancia requería de muchos maestros comprometidos con la labor educativa. Se cumple con ello con el mandato constitucional que tiene la educación: combatir la ignorancia.
Por otro lado, la triste historia del sindicalismo “charro” que vio oportunidad de manipulación en la base magisterial, un medio de control político y manipulación en el juego del poder, al final, mermaron el valor del docente. El maestro era un instrumento político, más bien de carácter “grillero”. Las luchas sindicales que deberían haber fortalecido la mejora de los procesos educativos se convirtieron, con el tiempo, en el modo perfecto de solapar la mediocridad educativa.
Se dejo entonces a un lado la calidad de la educación.
Se empezó a enseñar sin verdaderamente contar con una vocación de servicio genuino, comprometido con la formación integral del individuo.
Ya no importó la sociedad, mucho menos, el bienestar común. Al contrario de un ideal común y compartido, el maestro dejo de ver hacia los demás para concentrarse a los intereses propios, a mundo de los privilegios, de las prebendas, de los beneficios.
Resultó entonces ser fácil ser maestro. La plaza docente aseguraba un medio de subsistencia económica inigualable ante otras carreras profesionales. Sueldos seguros, vacaciones garantizadas y la distorsión de los puentes, la cultura del mejor no hacer nada y dejar que las cosas pases, provocaron que los maestros caigan en una trampa de deshonra y descrédito social.
¿Realmente se ha pisado fondo?
¿Todo lo tenemos perdido?
Resulta más que curioso, con tintes de irónico, que existan personalidades en medios de comunicación que denostan contra los maestros. Se cuestiona la falta de integridad, de preparación y compromiso didáctico, mucho más, de los negocios en lo “oscurito”. Ante ellos el maestro es flojo y violento por las protestas sociales magisteriales.
Es cierto que estamos ante una gran evolución social en la materia. La Constitución POlítica ya fue forzada para un cambio en la forma de concebir la educación y cómo llevarla a cabo. QUien sostenga hoy en día que el maestro debe conservar los privilegios que lo hacen intocable, el ser supremo, el que no pude ser cuestionado.
Hoy nos encontramos con nuevos retos. La irrupción de la tecnología y las redes sociales parecen sepultar el trabajo genuino de auténticos maestros que a diario se preparan para ser mejores.
Esa debe ser la esencia del maestro, la capacitación continua, el comprometido consigo mismo para día ser mejor, para que caada día sea la oportunidad para aprender algo nuevo.
Quienes si hemos elegido ser maestros, no por casualidad ni por oportunismo, sabemos y valoramo la decisión para ser parte de la vida y formación de nuestros estudiantes, tenemos una gran tarea por delante. Es necesario exigir que los procesos educativos recuperen la base del conocimiento y el aprend
izaje. Que la sociedad encuentre en nosotros a un aliado para recomponer el tejido social, la armonía y la paz social. La educación es un valor fundamental de la sociedad. Peor lo tanto requiere en que este en buenas manos, con mayor compromiso y permanente esfuerzo por ser cada día mejores. De ese modo, los que queden, tendrán todo el valor moral para un día como hoy celebrar a los verdaderos maestros, los que hacen la sociedad crezca en la medida que fortalecen en lo individual a la persona en sus conocimientos, habilidads y actitudes.
Por que soy optimista, creo en la educación y en la capacidad del hombre para el cambio y el aprendizaje, aún en la espera de que llegue ese día, hoy les digo a los maestros comprometido que tengan un bonito y feliz DÍA DEL MAESTRO.


Espero que esta publicación sea de tu interés. Me gustaría seguir en contacto contigo. Por lo cual te dejo mis principales redes para dialogar y comentar los temas de interés para la sociedad y nosotros.