Llega el momento de hacer una reflexión de los tres años de Enrique Peña Nieto. Una presidencia que llegó de forma legítima de un proceso electoral donde superó a los demás candidatos. Posiblemente la anterior aseveración sea más que obvia; sin embargo, es necesaria ante quienes sostienen dudas sobre un proceso que cumplió con la ley y arrojó un resultados que las fuerzas políticas validaron, aceptaron y acataron.

Inicialmente Peña Nieto mostró capacidad de negociación al conformar el “Pacto por México” con los otros dos partidos nacionales de mayor presencia en el Congreso: PAN y PRD. Con el Pacto por México se dieron las condiciones que permitieron realizar en los dos primeros años grandes cambios legales en la Constitución y leyes ordinarias en temas de trascendencia social como la educativa, fiscal, financiera, energética y política por mencionar algunas.

Sin embargo, un caso muy peculiar y ajeno al entorno del presidente y del PRI, la desaparición de 43 estudiantes en un municipio y gubernatura ambas perredistas, aunado con una mala estrategia de comunicación se victimizó mediáticamente a la Presidencia de la República con la responsabilidad de la desaparición.

Igualmente influyeron los escándalos de la Casa Blanca que fueron descubiertos por una periodista que casi es elevada a mártir de la libertad de expresión; pero que su práctica periodística ha manipulado realidades para dar golpes políticos y mediáticos. No ha importado mentir, con tal de conseguir y sostener una nota periodística. Un caso que debe ser analizado sin los apasionamientos y el fanatismo. El ejercicio de una libertad no debe dar cabida a la mentira y la manipulación. Es una distorsión que lastima los valores democráticos y que es igualmente un ejemplo de corrupción social.

En fechas recientes, la crítica infundada de los calcetines del Presidente es un claro ejemplo del exceso en el ejercicio de la libertad de opinión y expresión. Es claro que el alimento de las conciencias críticas es tener un motivo para denostar contra integridad moral, familiar, intelectual o política del presidente sin necesidad de una base legal o contundencia en la evidencia. No hay objetividad, sino una subjetividad y percepción sesgada por el fanatismo político. Son críticas sin relación o fundamento. Denostación y disidencia por el simple hecho de ser antipríista de corazón o de razón.

Toda esta vorágine de críticas ha resultado en grandes distractores en la discusión de fondo de lo que México necesita realizar a partir de las Reformas Estructurales ya consolidadas. No estoy afirmando que tengamos un cheque en blanco a favor de la presidencia. Pero si hay que tener muy claro en claro que lo importante para el ciudadano es que el mandato presidencial se traduzca en los mejores resultados para los ciudadanos. En otras palabras: que si a un gobierno le va bien, igualmente nos irá mejor como ciudadanos.

Parece que estamos olvidando que en un democracia todas las posiciones cuentan. Cada una ofrece una perspectiva diferente. El pluralismo político es una realidad en la conformación del gobierno por la voluntad expresada del pueblo en las urnas en los últimos procesos electorales. Lo que debería conducir a la clase política a una negociación que encuentre coincidencias, que las diferencias se saben discutir, consensar y resolver conforme a las leyes y los valores de las instituciones que consolidan a la democracia.

Esa visión de integración y coincidencia parece más una utopía, porque el entorno político y social parece que no va en esa dirección. Es por ello que la polarización que se vive en México resulta el peor enemigo, más que un partido de Estado. El tomar un bando totalmente absoluto que imposibilita negociar con los otros actores sociales.

Los mexicanos no hemos podido resolver el problema de la política interna. La lucha por el poder nos impide establecer una visión o proyecto de nación que en conjunto todas las fueras políticas y actores sociales se encaminen a ello.

Lamentablemente el mundo vive una globalidad en todas las áreas de la vida humana. Mucho más la económica, ya que se relaciona una decisión o acción económica de un país con la realidad económica de otra nación. Lo que una hace o deja de hacer repercute sin duda en otro. Es parte la interconexión de las naciones. Por lo cual, para encontrar la fuerza contra los obstáculos externos es importante la unidad interna y las grupos económicos, sociales y políticas.

Mientras sigamos los mexicanos en la disputa por el poder, difícilmente podremos encontrar los caminos para salir adelante. El intento de Enrique Peña Nieto de transformar México con las Reformas Estructurales era sacar al país de la inacción. El camino no ha sido sencillo. Pero si es importante considerar que las decisiones que se han tomado han surgido de las instituciones legalmente constituidas. Esto da certeza jurídica y  legalidad.


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