No queda duda que fue un error de cálculo y un desconocimiento mayúsculo sobre la personalidad de Donald Trump lo que lleva al cuestionamiento del encuentro entre el candidato republicano y Enrique Peña Nieto.

Pero más allá de un argumento, que no es menor, como la falta de contundencia con la cual el Presidente mexicano debe proteger los intereses del país y los connacionales que engrandecen la economía de nuestro vecino del norte, el asunto del encuentro igualmente es un error para el candidato presidencial norteamericano.

Las encuestas son claras. El mensaje de Donald Trump no ha calado en el interés de un amplio sector norteamericano, especialmente el migrante latino que ve una amenaza a su estabilidad política, social y económica. Estados Unidos es un país de migrantes. Grandes comunidades de todo el mundo han puesto el objetivo de entrar al país de las estrellas en la búsqueda de mejores oportunidades de vida y de trabajo.

En una primera consideración se esperaba previo al anuncio de la política migratoria del candidato una flexibilización de sus posturas radicales. Recordemos que no solo se trata el muro en la frontera y que México lo pagaría. Igualmente ha arremetido contra la población musulmana a la que señala como terrorista. Ni todos los mexicanos son los violadores y delincuentes, como tampoco, son los musulmanes los terroristas que quieren acabar con los Estados Unidos. El criminal lo es mexicano como norteamericano y sobre terrorismo no olvidemos el atentado de Oklahoma que fue perpetrado por un ciudadano americano.

Pero así es Donald Trump. Un hombre de doble cara, del discurso a la conveniencia de sus propios intereses. El que no le importa inclusive salir en la lucha libre americana con tal de continuar expandiendo su imagen de rico excéntrico que da de que hablar en los medios de comunicación.

Se esperaba que comprendiera que no le quedaba más camino que la suavización de sus dichos y discurso en política migratoria, si quiere revertir la tendencia en contra. En una primera lectura así pudo verse el encuentro con el presidente mexicano. Mucho más cuando horas después lanzaría un discurso proselitista sobre tema migratorio.

Lo que al final demostró Donald Trump es su verdadera personalidad. Nunca se ha caracterizado por las buenas formas, lo políticamente correcto y mucho menos por la diplomacia. Es un auténtico bronco que actúa a su propia conveniencia. En un mundo empresarial son características destacables. Por algo ha hecho una gran fortuna en Estados Unidos. Sin embargo, en lo político queda expuesto, aniquilado, sin experiencia y burdo.

Así como se le critica a Peña Nieto su tibieza al no ser contundente, el magnate candidato presidencial fue igualmente cobarde en no decir en nuestro país lo que realmente piensa y confirma horas después.

Por eso Hillary Clinton califica de tunda a Trump la visita a México. Sin la influencia de la polarización política del mexicano, la candidata demócrata sabrá sacar provecho de la forma en como el republicano demostró esa personalidad su falta de diplomacia, por lo cual, ella misma ha declarado que Trump ha dejado mal a los Estados Unidos ante la diplomacia internacional. No queda duda que el mundo realmente peligra si Donald Trump llega a ser presidente de los Estados Unidos. Se le otorgaría un poder económico y armamentista muy grande en manos de quien no dialoga, no consensa, no es diplomático. Sus asesores latinos lo han abandonado. Ni el representante del partido republicano en México, en entrevista con López Dóriga en Radio Fórmula afirma contundente que votaría a favor de su candidato. “Lo haré por el que represente un beneficio a México” – por lo concluimos que no lo haría por Trump por razón evidente.

Esto no exenta de la “chamaqueada” que le dieron a Enrique Peña Nieto y a quienes le aconsejaron de la utilidad de la entrevista. Por información de otros reporteros nacionales, como Carlos Loret de Mola, parece que tal responsabilidad no se atribuye a la cancillería mexicana.

 


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