En las redes sociales ya empiezan a señalar la molestia. El senador, que presume de ser un especialista en comunicaciones, ha emprendido una campaña para reposicionarse por vía mensajes SMS después de evidenciar con audios la práctica de los moches en la asignación de recursos para obras públicas.

Aquí lo interesante sería saber no sólo cuánto le está costando al legislador esta campaña, ya que seguramente lo estará pagando del dinero público que recibe, o queda la posibilidad, que sea producto de “los moches”.

Lo que aparentemente sería una buena estrategia de comunicación, el resultado está siendo adverso. Lo que los ciudadanos quieren no es saber en dónde se encuentra Daniel Ávila, sino que salga a dar la cara y pida perdón por burlarse de los yucatecos que han confiado en su credibilidad y transparencia y se sienten decepcionados de un doble discurso político a favor de la transparencia, rendición de cuentas y no corrupción.

Además, valdría la pena que nos explique a los usuarios de telefonía celular que hemos recibido sus mensajes en dónde obtuvo los correspondientes números. Esto constituye un contrasentido a las normas de derecho relativas a la protección de la identidad personal. Esto lo sabe muy bien quienes son especialistas en comunicación política.

Aunque algunas veces se dice que un hueco se tapa con otro hueco, es muy claro que a Daniel Ávila no le están saliendo bien las cosas. En lugar de recomponer está molestando a la gente en su privacidad, sin precisar cómo está pirateando los números celulares. ¡Vaya usted a saber en cuánto le está saliendo este asunto!

En la realidad, el “#LordMoches” que ya peleó con el Diario de Yucatán a quien calificó como mentiroso, ha abierto muchos frentes dentro del mismo PAN que ya lo ven como indeseable.

Bien le valdría al senador terminar su gestión como legislador siguiendo aquella frase. Calladito, te ves más bonito. Los escándalos le han minado el camino para cualquier aspiración posterior. Lo termina de rematar esta campaña que en lugar de quedar bien con la ciudadanía la está dejando “más encabronada” que de costumbre.


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