El viernes pasado, en el Instituto Eloísa Patrón de Rosado, las alumnas de la Licenciatura de Educación Especial presentaron un festival navideño para los niños y niñas que asisten al Centro de Atención. Con una producción basada en el cuento de “La bella y la bestia” modificaron la historia original para dar lugar a un mensaje navideño, la transformación de la bestia en el tiempo de la navidad.
Los alumnos del último semestre de la licenciatura tienen a cargo dicho centro para desarrollar las competencias docentes en la atención especializada de personas con necesidades educativas especiales. Esto permite asegurar que los egresados cuenten con experiencias reales sobre las problemáticas a las que se presentarán cuando finalicen sus estudios universitarios.
Un hecho en nuestro estado es que la educación especial que, debería ser una responsabilidad del Estado, se encuentra en manos de instituciones privadas que por espacio de más de 10 años han realizado un gran trabajo para formar profesionales comprometidos en un campo que requiere de mucha vocación de servicio.
En lo personal guardo mucho cariño y respeto a las maestras y maestros educadores de educación especial. No es una tarea sencilla por el enorme esfuerzo que se tiene que hacer para adecuar los temas, contenido y habilidades a las capacidades reales de los niños, niñas y adolescentes. Particularmente fue un honor en una etapa de mi vida profesional haber sido parte de la formación de actuales licenciados en educación especial en esa misma institución educativa. Una época que me concientizó y sensibilizó en el tema de la discapacidad y los obstáculos que enfrentan quienes padecen no solo el reto de la condición, sino también, todo el entorno familiar. Una realidad lamentable es que la gran mayoría de estudiantes que optan por la atención a la discapacidad a lo largo de su vida han estado en contacto con la dura realidad social no incluyente ni tolerante con quienes debemos otorgar una mejor atención.
Lo anterior es un reflejo de la carencia de conciencia a favor de quienes requieren de una atención un poco más especializada y que sentido a la definición de la democracia del Artículo Tercero Constitucional: no se trata de un régimen político sino de un sistema de vida que da oportunidades pare todos. Reitero que la discapacidad no es una enfermedad sino una condición de vida que demanda una atención especializada.
Es lo ello que va mi reconocimiento para quienes deciden ser parte en la vida de estas personas que nos enseñan que aún en la fragilidad humana hay motivos de grandeza.
La representación de la obra de forma alegórica por las alumnas nos recuerdan precisamente que más allá de cualquier dificultad hay una belleza en el alma. No hay mayor bestia que la irracionalidad contra las personas con discapacidad. Ellas tiene un belleza interna en sus personas.
Como lo puse y compartí en el Facebook ese día al ver al final de la presentación cuando todas las futuras maestras sacaron a los niños a bailar sin importar si estaban en sillas de ruedas o tuvieran algún otro impedimento físico o intelectual: cuando uno ve en esas caritas una sonrisa no puedes pensar que la discapacidad es una enfermedad u obstáculo, sino que son verdaderamente angelitos que sacan lo mejor de nuestra humanidad.

 


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