No hay duda. El 2017 se vislumbra un año muy complejo. Esperamos que la frase “lo que mal empieza, termina peor” no se cumpla. Los escenarios políticos y económicos, tanto externos como internos, se perciben complejos.
El tema del gasolinazo vino a sembrar una gran incertidumbre a la economía familiar. Esto aunado con la asunción de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos la situación se complica más. El presidente electo yanqui aún no ha protestado y ya se ven efectos negativos como la salida de la Ford y el amago contra la Toyota. Se entiende que la primera es norteamericana y debe responder hasta cierto punto a su país. Sin embargo, la Toyota es japonesa, pero parece no importarle a Donald. Ya la amenazo con aplicarle un gran impuesto. Esto sin duda es violatorio de derechos humanos fundamentales y de intervencionismo económico.
Hay quienes dicen que lo mejor para el país es la apertura hacia otros mercados. Sin embargo, es necesario resaltar que no hay punto de comparación entre las inversiones y el volumen de comercio con los Estados Unidos con México y otros mercados. Además, es de conciencia que la enemistad entre los norteamericanos con el mercado oriental genera tensiones. Por lo cual, México queda como un tercero en discordia entre los chinos y japoneses con nuestros vecinos.
El tema del muro no está superado. Porque más allá de la estructura física hay un sentimiento adverso contra México por el presidente Trump. Un radicalismo republicano que viene a reforzar el Destino Manifiesto en América Latina. México es un país que por ser vecino hemos sufrido históricamente de la invasión e intervención para controlar el marcado latinoamericano. Eso es peor que un muro.
Los mexicanos nos hemos creído en la amistad de los yanquis. Una hipocresía que ha estado presente en las relaciones bilaterales donde muchos de los problemas de inseguridad, migración y narcotráfico se han endosado a México y a otros países latinos. No olvidemos que bajos sus principios y reglas de operación impuestas se han condicionado apoyos para combatir la inseguridad y el tránsito de droga por territorio latino sin ejecutar acciones concretas de combate y prevención del consumo de drogas en su propia nación.
Por lo menos hoy nos han despertado de ese sueño. Se ponen cartas en la mesa y la necesidad de replantearnos todo el modelo económico, político y social.
Esto tiene que ir más allá de un simple acuerdo para la estabilidad económica, política y social. Es un cambio de mentalidad y cultura para ver estas desventajas y convertirlas en oportunidades.
No deben ser palabras sin sentido. Hoy México vive un reto muy importante para su propia supervivencia.
1. Necesitamos fomentar y consolidar nuestro mercado mexicano.
2. Consolidar el capital humano, el talento mexicano y el emprendimiento para fortalecer la economía familiar.
3. Empoderar la participación ciudadana en los procesos de transparencia y rendición de cuentas para que las decisiones y gasto de gobierno pasen por la lupa de la observación ciudadana.
4. La discusión política debe superar la polarización política que desgasta y divide a la sociedad. Hoy, más que nunca, debemos unirnos en un proyecto de nación que sin dejar de matizarse con las diferencias se construya en la coincidencia del interés público y general.
5. Los políticos deben comprometerse a una lucha efectiva contra la corrupción. Que caiga quien deba de caer. Es necesario que vean que para reconstruir la confianza en ellos se requiere de honestidad y probidad.
El trabajo de construcción de una nación no puede depender de una sola persona, grupo o partido político. Debemos entender que todos contamos y es parte de la maduración y consolidación de la democracia que participemos de forma activa, responsable y comprometida.
Espero que esta publicación sea de tu interés. Me gustaría seguir en contacto contigo. Por lo cual te dejo mis principales redes para dialogar y comentar los temas de interés para la sociedad y nosotros.