Hoy es día internacional de la Mujer. Una celebración que data de 1910 cuando se celebra la Internacional Socialista que declara el 8 de marzo como día internacional de la mujer. Pero no fue hasta 1975 cuando la ONU celebra por primera vez esta conmemoración dentro de lo que conoció el Año Internacional de la Mujer.

No hay ninguna duda que sobre la mujer hay una deuda histórica. Lamentablemente los perjuicios de diferente índole sociales, políticos y religiosos han puesto a la mujer en un lugar por debajo del hombre.

La naturaleza es muy clara y evidente. Tanto hombre como mujer se complementan para dar origen al ciclo de vida humana. Ambos en una sintonía perfecta y funcionamiento biológico.

Sin embargo, la voluntad del hombre es la que ha prevalecido como fundamento de la sociedad, desplazando a la mujer a una posición pasiva en la sociedad.

Hablar de mujer en nuestro país como en muchos otros lugares del mundo, es sinónimo de violencia. Tan solo en Yucatán se tiene cifras que son alarmantes. De acuerdo al INEGI (2011) de 687 mil 512 mujeres se reportan 333 mil 527 incidencias de violencia. Estamos hablando del 48 por ciento.

De los incidentes de violencia se reportan 220 mil 417 casos de origen emocional. El 66 por ciento que sufre de vejaciones en su dignidad, en su estima y consideración. El segundo tipo de violencia es la económica (40 por ciento) y en tercer lugar la física (22 por ciento).

El problema que debemos analizar con profundidad es el peligro que como sociedad tenemos que subestimar la realidad, el talento y la capacidad de la mujer.

Se entiende que el feminismo sea un movimiento que surgió en el siglo pasado para empoderar a la mujer en los diferentes procesos sociales. Sin embargo, tampoco se debe tratar de sustituir la contribución del hombre como parte igualmente fundamental en la sociedad. La construcción de la comunidad es dualista, tanto hombre como mujer, son parte esenciales que hombro con hombro deben aportar lo mejor de sus capacidades para lograr consolidar una mejor sociedad.

Lo malo es que se cae en ocasiones en intentos de reivindicación de la mujer que en lugar de ayudar perjudican más. Tenemos el caso de las cuotas de género en la participación política. Se espera que cada día la mujer gane espacios en los procesos de decisión política. Esto debe hacerse desde la aportación de propuestas y talentos. No debe ser una cuestión de número del 50 y 50.

Aunque se entiende el por qué se dan estas medidas para lograr que las féminas logren avanzar en la política; también es muy cierto, que la mujer debe gozar, al igual que el hombre, de las mismas oportunidades para imponer sus ideales, propuestas y capacidad en la sociedad.

Esto sin duda requiere de un cambio radical en los valores culturales del machismo mexicano que en la ignorancia y conservadurismo no logra entender la importancia y trascendencia de la mujer en la sociedad.

Los hombres llegamos de mujer y necesitamos de la mujer, así como también la mujer requiere del hombre.

La igualdad y la equidad, considerar la naturaleza física, emocional, psicológica y actitudinal de cada género es necesario para abrir más a la sociedad para lograr una gran convivencia social, más democrática y respetuosa de los derechos humanos, tanto de hombres como de mujeres.

AL CALCE. No puedo dejar de pasar la oportunidad para reconocer de manera personal a grandes mujeres que me han enseñado el gran valor que tienen ellas en la sociedad. Especialmente a mi madre que se fajó la falda para sacarme adelante ante la ausencia de un padre por circunstancias de la vida. A mis tías, las maestras Charito y Teté. Dos grandes profesionistas que en su ejemplo me inculcaron el amor a la profesión de la docencia que hoy en parte fundamental de mi aportación social. A mi esposa Eunice Sansores. Otra gran docente que día a día se esfuerza en sacar lo mejor de sí misma y con ello de sus alumnos. A mi suegra Silvia que día a día se rompe el lomo trabajando para darle lo necesario y más a la gente que quiere y estima. A mi cuñada de igualmente nombre Silvia. Una gran chica que quiero como mi hermana y que admiro su entereza en el trabajo y en educar a un bello niño que orgullosamente afirmo es mi sobrino.

Y a todas las amigas mujeres, amigas que me han acompañado tanto en la escuela como en el trabajo. A las que contribuyan en la sociedad en los diferentes ámbitos políticos, sociales, educativos y hasta religiosos. A todas ellas un reconocimiento y admiración.

Las mujeres no son minoría. Son parte fundamental de la sociedad.

Y lo digo con toda claridad… me declaro feminista. Pero feminista para reconocer y trabajar hombro con hombro para construir una mejor sociedad.

¡Muchas felicidades a todas!


Espero que esta publicación sea de tu interés. Me gustaría seguir en contacto contigo. Por lo cual te dejo mis principales redes para dialogar y comentar los temas de interés para la sociedad y nosotros.