A lo largo de casi un año hemos seguido la situación de Venezuela. La repentina muerte del comandante Hugo Chávez y la asunción de Nicolás Maduro contrajo, con el tiempo, una situación bastante crítica en la economía, la organización social y desarrollo político.

Sin el carisma y la fuerza del comandante, Nicolás Maduro ha tenido que lidiar con el descontento generalizado que suman más de 100 días continuos de protestas sociales. Como respuesta, el Estado venezolano ha reprimido con suma violencia las manifestaciones ciudadanas. Inclusive llegó a amenazar de lo que no conseguía con los votos, lo haría con las armas.

El domingo pasado, la oposición organizó con mucho éxito un plebiscito con relación a la asamblea constituyente a la cual ha convocado Nicolás Maduro como una solución al conflicto político, social y económico que viven los venezolanos. Pero que en realidad es un intento de cambiar la constitución para dar lugar a una perpetuidad del poder. Un auténtico golpe de estado contra las instituciones que provocarían el nacimiento de una nueva dictadura en América Latina.

Como respuesta, el presidente Donald Trump ha amenazado con severas sanciones económicas a Venezuela si Nicolás Maduro continua sus planes de Asamblea Constituyente el próximo 30 de julio. Algo que viene solo a engrosar la polarización política e internacional. Recordemos que la OEA intentó maniobrar contra el régimen político de Maduro, pero no alcanzó el consenso necesario y contundente, por lo cual la maniobra diplomática fracasó.

¿Qué es lo que sigue en Venezuela?

Sorprende que con más de 100 días de protestas y todos los testimonios que se han podido filtrar en el mundo, junto con muchos chavistas que se han volteado su apoyo a Maduro, todavía se vea difícil la caída del régimen venezolano. Caso extraordinario la Fiscal General del Estado que sin dejar de ser chavista arremete contra Maduro y su intención de cambiar la institución.

Inclusive hay voces tanto dentro de Venezuela como fuera que expresan un apoyo a Maduro y que alimentan el discurso antimperialista.

Mientras tanto el pueblo está sufriendo de una carestía de productos alimenticios básicos. Tampoco existe un suministro de medicinas adecuados. Hay un colapso en los servicios públicos que apunta a una situación de carencia o crisis humanitaria. Algo inconcebible en un país que se decía rico por el petróleo y sus derivados.

Algo tiene que suceder en Venezuela. El cambio es necesario.

¿Podremos ver esta necesidad prontamente satisfecha?

Solo el tiempo lo podrá decir… pero ya no queda mucho de él para salvar a un país entero.


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