Ante una situación como el caso del ex gobernador de Veracruz Javier Duarte hay diferentes aristas de interpretación y acción. Por un lado, las mediáticas y lecturas políticas. Por otro, la que debería importar que es la jurídica.

En las dos primeras corremos el riesgo de caer en interpretaciones incorrectas, como dicen: nada es verdad o mentira, depende del cristal por donde se mira. Dependiendo del lado del prisma del espectro político se construye una conclusión sobre el caso. Lo importante en estas situaciones es el juego de la percepción que se convierte en la forma y análisis que da sustento al sistema de creencias políticas.

Pero lo importante debe ser la visión jurídica. Por lo menos cuando se intenta sustentar un proceso en un sistema que plantea garantías tanto para quien acusa, como para quienes defienden. Esto con la intención de llegar a una verdad histórica que les permita a los jueces tomar una decisión y valoración de la conducta humana delictiva.

Algo es cierto. El caso de Javier Duarte, más que cualquier otro gobernador priista acusado de corrupción, resulta el más emblemático para este sexenio. En la memoria de las redes sociales ha circulado el vídeo donde Enrique Peña Nieto, en un tiempo no muy lejano, ponía al ex gobernador de Veracruz como un ejemplo de una nueva generación de jóvenes políticos comprometidos con la honestidad y las prácticas de buen gobierno.

Por eso hay razones dentro de una percepción ciudadana que siente desconfianza de la figura presidencia e institucional junto con los marcos jurídicos que realmente Javier Duarte sea castigado de lo que se acusa: desvío de recursos públicos, lavado de dinero y delincuencia organizada. Lamentablemente la información que se va desprendiendo parece contradictoria a lo que se decía antes de su detención.

Ahora resulta que de los más de miles de miles de millones se suman en las primeras audiencias 1 mil 600 pesos en términos redondeados. De los cuales, como si fuese la canción de los perritos, parece que solo se acreditan 38 mil. Lo que resulta entonces una burla al entendimiento e inteligencia al pueblo mexicano.

De acuerdo al nuevo proceso penal se debe buscar que no exista impunidad ante un delito, así como también se pueda esclarecer los hechos y los nexos causales con la conducta criminal y, lo más importante, que se repare el daño.

Si se trata de buscar víctimas, tendríamos que irnos a la base de que los recursos desviados era propiedad el Estado y, por ende, del pueblo. Por lo que cabe la pregunta ¿en qué momento ya sean los miles de millones o lo que sea regresarán a las arcas públicas?

No bastaría con solo meter al hombre a la cárcel. Sin importar el tiempo, sea uno o más años de prisión de nada serviría si al final él, junto con los conspiradores y cómplices, se quedan para su disfrute con los recursos apropiados de manera ilegal y contra los valores de probidad que se exige para el ejercicio de la función pública.

No hay duda de que el caso llegará como “pólvora hirviente” para el 2018. Un hecho que lastima al actual régimen. Cuando cualquier priista vaya a pedir el voto sin duda tendrá que contestar el reclamo de la ciudadanía con respecto a Javier Duarte y todos los demás gobernadores del partido tricolor que son acusados de ser corruptos, algunos que han quedado impunes contra la percepción de la sociedad, o que se les sigue procesos o están prófugos en otros países.

Es por ello, que el régimen no puede dar un paso en falso. Bastante tiempo se ha tenido y mucho se ha dicho en los medios de comunicación para que no pueda sustentarse la acusación.

Si Javier Duarte saliera libre e impune antes de la jornada de 2018 provocaría el peor daño al régimen priista encabezado por Enrique Peña Nieto, más que la propia detención o lo que se ha dicho hasta ahora sobre el caso.

AL CALCE. Hay cosas que yo no sorprenden a los mexicanos. Después del escándalo del Paso Exprés y el socavón se ha comentado que sería la primera prueba para el reciente Sistema Nacional Anticorrupción. Pero ¿cómo se puede aplicar si no ha sido nombrado el fiscal para la operación del mismo? Como suele suceder en nuestro sistema político, se mueven las cosas para la protección del mismo sistema. Ni modos, así son las cosas.


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