Cuando se piensa que no hay nada nuevo, un acontecimiento inesperado viene a cambiar y transformar el rumbo de las cosas. Mucho más en el ámbito político. La política evoluciona día a día conforme van sucediendo tanto en lo cotidiano como en lo extraordinario. Es una reinvención constante.

A días de iniciado el actual proceso electoral cuando ya empezábamos a discutir sobre los procesos internos de selección de candidatos, tiembla en gran parte del territorio nacional y nos viene a desviar la atención en favor de los damnificados y el recuento de los daños.

En lo político se combinó la necesidad de la ayuda y el hartazgo al dispendio de los partidos políticos que conllevo a la discusión sobre el financiamiento público de esos organismos políticos en tiempos de campaña y la exigencia de la donación de esos recursos a favor de los damnificados. Esto destrabó, en el oportunismo político, posturas para renunciar a los recursos públicos. Algo que tiempo atrás provocaba rasgaduras de vestidura en las cúpulas partidistas.

Pero también se replantean estrategias electorales y hasta posibles candidaturas. Mancera ha tenido que concentrarse en la atención a la tragedia y ahora en la reconstrucción. Salirse sin dejar un avance significativo solo parecería una huida y abandono de su responsabilidad. En las mismas circunstancias se encuentra la candidata a Morena al CDMX Claudia Scheinbaum que tiene en sus hombros el tema de la escuela Enrique Rébsamen y la corrupción que le permitió al malogrado colegio operar sin la supervisión efectiva sobre la seguridad.

Pero ya fuera del tema del sismo natural en otro terremoto político con epicentro en Acción Nacional es el caso que nos ha ocupado los últimos días: la renuncia de Margarita Zavala, esposa del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa. Con los argumentos de que el partido blanquiazul ha perdido su esencia y principios, la aspirante puntera arremete contra el presidente del Comité Directivo Nacional del PAN Ricardo Anaya y confirma que se va por la vía independiente.

Ricardo Anaya, quien a inicios de septiembre había logrado paralizar la instalación de la Cámara de Diputados para presionar al gobierno federal en el tema del Fiscal Carnal, es decir, impedir el paso directo del actual procurador de justicia a la fiscalía del sistema nacional anticorrupción. Entonces se le veía con un gran estratega, un hombre con mañas políticas, capaz de mover las fichas hasta poner de rodillas al PRI y hasta a la presidencia de México.

La jugada de la constitución de un frente, que transitó de la denominación “amplio democrático” hasta quedar como “ciudadano”, resultaba idóneo para ser competitivos electoralmente ante un crecimiento en la preferencia electoral de Andrés Manuel López Obrador y ser un contrapeso en la discusión parlamentaria. Lo que muchos interpretaron que la candidatura a la presidencia ya estaba amarrada a favor del “joven maravilla” Anaya.

Pero llegó Margarita Zavala y parece que le ha destrozado el script.

La decisión de Zavala es respetable. Pero, además debe ser juzgada y valorada más ampliamente que un berrinche momentáneo.

Es la consecuencia de un empoderamiento de Ricardo Anaya en la presidencia del partido y con la firme ambición de ser el candidato presidencial. Algo que desde tiempo atrás se analizaba y criticaba por diversos actores políticos interesados, entre ellos la propia Margarita Zavala.

Es claro que nadie vio venir la renuncia de Margarita, ni Ricardo Anaya. Mientras el presidente del PAN tenía la estructura del partido y los espacios para los spots publicitarios, Zavala recorría el país sembrando su propuesta y construyendo simpatías, comunicándose de forma directa con la ciudadanía y manteniendo un diálogo abierto y franco con los medios de comunicación. Esto abre muchas posibilidades de concretar un papel destacado como candidata independiente.

El efecto aún es temprano para medirlo con toda claridad y precisión. Pero tampoco se puede disminuir y menospreciar. Mucho más cuando se trata de una mujer la que acusa de violencia política ante la falta de decisión de Anaya en cuanto al proceso para elegir al contendiente presidencial blanquiazul.

Hoy el PAN se encuentre herido y resquebrajado. No debe quedarse en la simpleza de que esto no le afecta significativamente. Con la salida de Margarita y en el hipotético caso que Anaya concrete la candidatura del PAN o del frente ciudadano, se abre un boquete a las aspiraciones del blanquiazul de lograr el triunfo y regresar a Los Pinos.

Lo que viene a reconfigurar las tendencias en la elección presidencial.


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