Diversos autores compartieron historias de sus lugares de origen y su infancia
Por Cristóbal Torres
México, 24 de febrero (Notimex).— Con la participación de Ubaldo Hernández, Romualda Guerrero, Ángelo Martínez y Víctor Apaseo, moderados por Araceli Eudave Loera, se llevó a cabo una lectura de crónicas de la Academia de Creación Literaria de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México UACM-Cuautepec, en El Salón El Caballito, durante la 41 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.
      Para iniciar la actividad, Eudave Loera anunció a Ubaldo Hernández, quien expuso que, atraído por la idea de escribir sobre uno mismo, escribió su texto “Don Faustino” sobre un personaje oriundo de su natal Hidalgo al que conoció de niño, pero “desde que mi familia se mudó del pueblo nunca lo volví a ver; al morir mi abuela, toda la dinámica familiar se hizo añicos. Ya nunca nadie volvió a saber nada de don Faustino”.
      Acto seguido, Romualda Guerrero leyó cuentos de animales. En “El abuso de los gallos” usó imágenes de Olinalá, Guerrero, de donde es originaria, para desarrollar un texto muy descriptivo, cercano a la crónica, describiendo un drama avícola entre “gallinas bobas y gallos que abusan de ellas”, hasta que las primeras se unen para desquitarse.
      También leyó “El coyote y el guajolote”, relato en el que recordó cómo la mandaron a recuperar un guajolote hurtado, “seguí un rastro de plumas hasta que lo vi, con un gran hoyo en el buche; quería gritar pero no podía, el aire se le salía por la herida”.
      Ángelo Martínez, quien portó lentes oscuros, leyó una crónica de una vivencia de hace seis años, un jueves 20 de noviembre de 2014, a la que tituló “La lucha anarquista”, y que versa sobre la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, en una lectura casi coreográfica pues, al leer, movía su cabeza como su estuviera rapeando.
      Finalmente, Víctor Apaseo, autor y músico, cerró la tertulia leyendo “Vidrios rotos”, una crónica del mercado de Sonora que hacía parecer que leía versos a pesar de haber escrito en prosa: “Recuerdo la segunda vez que visité el mercado, llevábamos guitarras porque nuestro primer objetivo era tocar en los camiones, luego nos fuimos con uno de los brujos, tocamos por horas y el brujo cambiaba caguamas por pastillas…”, sin embargo, la lectura fue interrumpida por falta de tiempo por lo que ninguno de los asistentes supo en qué terminó la historia.

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