Una de las grandes polémicas que se gestaron hace un par de meses entre el gobierno federal y la postura de TV Azteca fue la petición de que no le hagamos caso a Hugo López-Gatell con respecto a la información, que día a día, se da a conocer para el avance del Covid-19 en México. Como consecuencia muchas voces se alzaron contra la empresa de Salinas Pliego y el conductor Javier Alatorre, que fungió como el vocero para incitar a las personas a no cumplir con las medidas de aislamiento o sana distancia que en aquel momento el gobierno promovía.

Al tiempo, parece que hay que concederle cierta razón al conductor Javier Alatorre. A ya más de tres meses de iniciada la contingencia sanitaria con la llegada del Covid-19 a México, hay elementos que nos producen una duda razonable en las cifras y estrategias del gobierno para “domar la pandemia”.

En una primera instancia quedó más que corta la proyección inicial que serían alrededor de nueve mil muertes por Covid-19. Hoy la cifra ya iguala a los principales países que antes ya habían sufrido los efectos de esta nueva emergencia global.

¿Qué es entonces lo que ha fallado? ¿No fue suficiente la capacidad o técnica de los llamados “científicos” a quienes se les entregó la conducción de esta situación?

¿No se aprendió la experiencia previa de otros países?

Ahora resulta que el problema se deriva de los malos hábitos de alimentación que ha producido en la población problemas de obesidad, diabetes o hipertensión. Variables que al parecer pasaron desapercibidas en las proyecciones científicas y que hoy causan un estrago muy fuerte que impide que la situación llegue a ser controlada. Parecería entonces que el fracaso de la estrategia de evitar muchas muertes no es por la mala administración de la emergencia, sino culpa del pueblo que no sabe cuidarse.

Otro tema que ha estado presente en el debate nacional es la ínfima cantidad de pruebas. Inclusive hasta las personas que presentan síntomas la recomendación del gobierno es quedarse en casa y esperar que la situación no se complique para ir a un hospital. Mientras tanto, si hoy se empieza aceptar que el contagio puede darse por aire ante la cercanía de una persona contagiada, el distanciamiento social necesario para el entorno de ya infectado es nula, y por consecuencia de aplica el sentido común, la propagación sigue aumentando.

Por más que el gobierno federal y estatales aseguran que hay camas suficientes en los hospitales, en la percepción de los ciudadanos que tiene parientes como personal médico que atiende estas áreas la realidad es totalmente otra. Hospitales privados ya dan a conocer que en sus instalaciones no hay lugar para atender a personas con Covid-19 y el peregrinar de personas buscando espacios en hospitales públicos complican la posibilidad de recibir atención oportuna.

Hace unos días se dio a conocer fotografías de áreas del hospital regional del ISSSTE en Mérida con camas disponibles después de que un paciente meridano tuvo que ser trasladado hasta Valladolid con el pretexto que tal dependencia de salud ya no tenía espacio.

Entonces ¿cuál es la verdad?

Lo que es un hecho, es que aún con todos los apoyos que se reparten con el escudo de programas sociales no resultan suficientes para mantener la percepción de buen gobierno en la Cuarta Transformación. Aun cuando hay simpatizantes que guardan esperanzas, también se debe reconocer que ha ido en aumento el rechazo a la administración lopezobradorista, sobre todo, cuando ha sido más duro el impacto del Covid-19 en la población y no hay certidumbre en la posibilidad de contar con la atención médica.

 

 

 


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