La Madre Naturaleza o como se conoce en América Latina, la “Pachamama”, ocupó el centro de atención de la conferencia climática de la ONU justo cuando ésta llega a su ecuador.

El medio ambiente es fundamental para nuestra supervivencia: proporciona el oxígeno que necesitamos para respirar, regula los patrones climáticos, proporciona alimentos y agua para todos los seres vivos, y es el hogar de innumerables especies de la vida silvestre y los ecosistemas que necesitan para sobrevivir.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la actividad humana ha alterado casi el 75% de la superficie terrestre y ha puesto en peligro a un millón de especies animales y vegetales en la lista de especies en peligro.

El hombre ha sobreexplotado los recursos de la naturaleza, deforestado tierras para la agricultura y la industria ganadera, mientras que el cambio climático agudiza ahora ese proceso más rápido que nunca, aumentando la erosión y la desertificación.

Se han contaminado los océanos, que absorben alrededor de un tercio de nuestras emisiones de carbono, por lo que pierden su capacidad de actuar como “amortiguadores del cambio climático”, según destaca la agencia científica de la ONU, la UNESCO.

Está claro que la humanidad está “librando una guerra contra la naturaleza”, como ha dicho varias veces en los últimos meses el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, que ha instado a tomar más medidas.

“No podemos continuar arrinconando a la naturaleza y esperar que responda. Queremos que secuestre el carbono, que proporcione los amortiguadores para las tempestades altas y los manglares y que sea el pulmón del planeta”, dijo este sábado a Noticias ONU la directora ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen.

“Pero cuando se juega con la naturaleza, ésta nos enviará sus facturas en forma de tormentas de mayor intensidad, más incendios, más olas de calor y más sequías”, añadió.

¿Vamos a talar bosques vírgenes, o a restaurar la tierra?

No se puede solucionar el cambio climático sin resolver el reto de la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas, según se afirmó en un panel de alto nivel en el que participó Andersen.

La directora ejecutiva del PNUMA llamó a la unidad y la cooperación para encontrar las soluciones necesarias para restaurar la naturaleza y hacer frente al cambio climático.

“Las transformaciones socioeconómicas que necesitamos sólo se producirán cuando restablezcamos nuestra relación con la naturaleza, entendiendo que no podemos seguir invirtiendo en lo que daña a nuestro planeta”, señaló.

A medida que los países se recuperan de la pandemia del COVID-19, se ha dado un gran impulso a las prácticas relacionadas con la naturaleza para luchar contra el cambio climático y ayudar a la recuperación económica, explicó la responsable del PNUMA.

“Cómo nos puede ayudar la naturaleza y cómo podemos ayudarla… Hay dos mil millones de hectáreas de tierra degradada y todos necesitamos comer. Así que la pregunta es si vamos a talar bosques vírgenes, o a restaurar esa tierra para convertirla en un paisaje de trabajo”, subrayó.

Los pueblos indígenas impulsan su estrategia en la COP26

Los pueblos indígenas poseen los mayores conocimientos sobre cómo proteger la naturaleza y durante toda la semana han trabajado activamente para influir en las negociaciones de todas las maneras posibles, tanto dentro de la COP26 como en el exterior de Glasgow, incluso en las protestas callejeras.

“La cultura indígena nos enseña a respetar los ríos, los lagos, las plantas, los animales y las criaturas espirituales que viven en estos lugares. La crisis climática no se puede resolver sin incluir a los pueblos indígenas y sin proteger sus territorios”, dijo el activista Eloy Terena a Noticias ONU.

Noticias ONU también habló con la ex relatora especial de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, Victoria Tauli-Corpuz, quien recordó que esas comunidades son las verdaderas expertas en vivir en armonía con la naturaleza, una razón fundamental por la que sus territorios contienen actualmente el 80% de la biodiversidad del mundo.

“En realidad usamos la naturaleza para resolver todos nuestros problemas de seguridad alimentaria, de agua o de cambio climático y de otras prestaciones. Lo hemos hecho sin destruir la naturaleza, así que tenemos mucho que compartir con el mundo y necesitamos apoyo para que los gobiernos dejen de criminalizarnos, por proteger nuestros territorios “, destacó.

La activista medioambiental internacional dijo que mientras las comunidades indígenas tienen leyes y costumbres estrictas, para proteger la naturaleza, mientras que los Estados disponen de leyes contradictorias.

“Por ejemplo, en Filipinas, tenemos una Ley de Derechos Indígenas, pero también tenemos una de Minería y un Acuerdo de Inversiones que empuja a extraer nuestros recursos”, señaló.

Tauli-Corpuz explicó que los representantes indígenas están impulsando su estrategia en la conferencia para influenciar en algunas de las decisiones que se van a tomar cunado esta concluya, entre el el artículo 6 del Acuerdo de París que establecerá las reglas para los mercados de carbono y otras formas de cooperación internacional.

A vida o muerte

Aunque las comunidades ancestrales casi no contribuyen al cambio climático, se han convertido en una de sus víctimas más vulnerables.

Daniela Balaguera procede de la comunidad indígena Arhuaco, situada al norte de Colombia. Una tribu ancestral que vive en la Sierra Nevada de Santa Marta, una cordillera aislada y separada de los Andes, que recorre el centro del país y actúa como fuente de 36 ríos diferentes.

“Nuestros territorios se supone que son sagrados, que son para la conservación del medio ambiente, pero realmente no se están tratando así y es ahí donde debemos profundizar. Si son áreas protegidas, deberían contar con las garantías y los derechos que les pertenecen pero que se cumplen”, afirma.

Para ella, y para muchos otros activistas que se han expresado en la COP, el cambio climático es una cuestión de vida o muerte.

“Nos están amenazando con una segunda extinción de nuestras prácticas culturales, lo cual es sumamente preocupante porque sería la segunda masacre, la segunda aniquilación de nuestro pueblo”, dijo.

Las negociaciones siguen en curso

Las preocupaciones de Balaguera tuvieron respuesta este sábado tanto en las calles de Glasgow como en muchas otras partes del mundo donde activistas de todas las edades y procedencias han convocado un Día de Acción Global.

Mientras tanto, la organización anfitriona de la COP anunció que 45 gobiernos se comprometen a tomar medidas urgentes y a invertir para proteger la naturaleza y cambiar a formas de agricultura más sostenibles.

Este nuevo compromiso tiene como objetivo transformar los sistemas agrícolas y alimentarios mediante reformas en el ámbito de las políticas, el de la investigación y la innovación, con el fin de reducir las emisiones y proteger a la naturaleza asegurando al mismo tiempo los alimentos y el empleo.

La iniciativa incluye la movilización de más de 4000 millones de dólares en nuevas inversiones públicas de innovación en el sector agrícola, como el desarrollo de cultivos resistentes al clima y soluciones regenerativas para mejorar la salud del suelo, ayudando a que estas técnicas y recursos sean asequibles y accesibles para cientos de millones de agricultores. 

Aproximadamente una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo proceden de la agricultura, la silvicultura y otros usos del suelo.

El presidente de la COP26, Alok Sharma, también anunció que 130 países que abarcan el 93% de la masa forestal mundial ya han firmado la Declaración Forestal de Glasgow, presentada a principios de esta semana.

Sharma también informó sobre las negociaciones que se llevan a cabo en el marco de la conferencia y señaló que se han alcanzado muchos acuerdos sobre temas de género, agricultura y adaptación a nivel nacional.

 

 

 

 

Boletín de prensa de la ONU


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