Tokio, 12 nov (EFE).- Se desplaza por las entrañas del mar como una más. La buceadora Ai Futaki mira de frente a las ballenas, nada con cocodrilos y nos cuenta, a través de luminosas fotografías marinas, que “somos parte del planeta, no dueños”.

Tan solo un neopreno y el aire que retiene en sus pulmones distinguen a esta japonesa nacida en 1980 del reino subacuático. Fotógrafa marina, apneísta y embajadora del mar del Ministerio de Medio Ambiente nipón, Ai Futaki nos zambulle junto a los seres que habitan las profundidades de los océanos.

“Quiero que la gente bucee conmigo, acercar el mundo del mar, solo vemos la superficie”, explica en una entrevista con Efe sobre su trabajo en “Coexistencia”, una exposición inaugurada hoy en el Instituto Cervantes de Tokio que pone el foco en la sostenibilidad de los océanos.

VIAJAR AL OCÉANO CON AI

“Al entrar en su escenario, sin equipos, uno siente más”, cuenta del por qué decidió un día sumergirse en apnea y encontró su medio: sin gravedad, sin miedo y libre, solo la belleza del agua y vidas amigas.

“Más que la perfección en las fotografías, me interesa mostrar sus historias”, dice de unas imágenes a color o en blanco y negro. Entremedias ella y los peces. Delfines en la costa japonesa, un cocodrilo en un manglar cubano, ballenas jorobadas en Tonga, estrellas de mar en las Galápagos o tortugas en Sudáfrica.

Ha viajado por todos los mares, y la pandemia la ha devuelto a sus orígenes, al archipiélago asiático donde cree se asentaron las bases de su convivencia con la naturaleza, aunque luego tuviese que poner rumbo a Honduras para encontrarlas.

Como un delfín con aletas buceó cien metros en apnea por una cueva y entró en el Libro Guinness de los Récords. Luego se quitó las aletas y anotó otro récord. Pero el objetivo de esta artista japonesa nunca fue romper límites humanos, sino mostrar nuestra comunión con el agua.

Su encuentro en Japón hace unos años con la española Isabel Muñoz, Premio Nacional de Fotografía, fue otro punto de inflexión.

“Necesitaba una última esencia. Cuando le enseñé mis fotos a Isabel, me dijo que fuera a su estudio. Tomé su palabra y fui a Madrid. Aprendí un montón y tuve más conexión con ella, me enseñó el mundo del arte y de la fotografía”, relata.

SIN MIEDO Y CON MUCHO RESPETO

“No tengo miedo de los animales, yo tengo más miedo en el mundo humano que en el agua”, bromea al preguntarle si no teme la reacción de las criaturas marinas cuando se acerca.

De los animales aprende, “hay que ser honesta”, dice que le transmiten las ballenas.

“Los animales son como nosotros, algunos más amables, tímidos o juguetones. Ellos también sienten el miedo. En el agua la vibración viaja cuatro veces más rápida”, explica de su experiencia junto a ellos, algo que cree todos podemos compartir.

“Entro a sus casas con respeto y me respetan. Respeto bajo del agua y también escucho lo que me dicen los locales”, explica.

¿Señales del cambio climático en sus inmersiones? Futaki confiesa que allá donde ha ido, los lugareños coinciden en lo mismo: “Ay, si hubieses venido cinco años antes”, dice que se lamentan, refiriéndose a la masificación turística o al deterioro de las playas.

Este viernes participará, además, como embajadora del mar en la conferencia que el Instituto Cervantes de Tokio celebra para conmemorar el V Centenario de la primera vuelta al mundo de Magallanes y Elcano, en la que también intervienen científicos hispano-japoneses.

Ella tiene claro su mensaje: “Cuando hablamos de medio ambiente, siempre hablamos de algo externo. Pero nosotros vivimos en este planeta y el medio ambiente es nuestra casa, para cambiar algo cada uno tiene que cambiar desde adentro y yo busco conectar”.

Por su parte, Víctor Ugarte, el director del centro, remarca que hay que reivindicar los océanos puesto que estos “son el 70 % de nuestro planeta” y el clima depende en gran parte de ellos.

Ai Futaki planea continuar siendo puente desde el océano y confiesa, ya despidiéndose, que todavía busca encontrarse con un animal marino bajo las aguas. El delfín blanco, también llamado beluga, quizá sea su próximo amigo de buceo.

 

 

 

 


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