Dos mujeres dirigen una organización que en 2004 empezó con un huerto escolar para alimentar y nutrir a los niños y más tarde tuvo también una posada turística. Durante la pandemia, la agricultura familiar les permitió dar de comer a sus familias y se convirtió en fuente de ingresos por medio de la venta a domicilio de productos orgánicos.

 

Leticia Martínez y Rosibel Quintero, dos mujeres indígenas de la Comarca Naso Tjër Di, en Panamá, fomentan el fortalecimiento del liderazgo femenino desde la niñez y la adolescencia con el objetivo de cambiar normas culturales que por años han relegado a las mujeres al cuidado del hogar y la familia.

En 2004 empezaron un proyecto que fue creciendo y pasó de ser un huerto escolar para alimentar a los estudiantes a un huerto comunitario y posada turística que les brindó una fuente de ingresos.

La llegada del COVID-19 las obligó a reorientar estas actividades e hizo de la agricultura familiar un medio de vida frente a la falta de ayuda económica.

Pulsa aquí para leer la historia de Leticia y Rosibel.

 

 

 

Boletín de prensa de la ONU


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