Han sido casi 22 meses desde que la escuela tuvo que cerrar y recurrir a la distancia para continuar con los procesos educativos. Por más esfuerzo que los últimos días se ha intentado el regreso presencial, la aparición de la cepa ómicron este paso parece dar marcha atrás.

Esto ha conllevado a todo un proceso de cambio de paradigma en cuánto a la estrategia educativa para moldearse al uso y aprovechamiento de las tecnologías de información. De tal modo, que los maestros, junto con los alumnos, han tenido que recurrir a usar nuevas tecnologías como la videoconferencia o servicios de interacción para amenizar las clases sin perder el objetivo de aprendizaje.

Las tecnologías en educación hoy empleadas no son nuevas ni fueron creadas para solventar esta emergencia sanitaria y la necesidad de continuar con el proceso educativo. Al contrario, ya desde antes hay un desarrollo de tecnologías de información orientadas a los procesos de aprendizaje.

Lo que sucedió es que los procesos de incorporación y uso de aquéllas se aceleró al ser opciones para no cerrar la escuela. Entendiendo la escuela ya no como el espacio físico de las aulas y mobiliario donde se imparte educación, sino extendiendo su realidad a todo sitio, aún virtual, donde converge el esfuerzo de los maestros y alumnos para propiciar el aprendizaje.

Una de la realidad es que ni los maestros ni los alumnos estuvimos en el momento preparados para reaccionar de inmediato. Sin embargo, con el tiempo la curva del aprendizaje se ha tenido que achatar por la aplicación, prueba y error de maestros y estudiantes en el uso de estos instrumentos.

¿Qué va suceder cuando regresemos a la presencialidad?

Pretender regresar al estado educativo anterior basado exclusivamente en la experiencia pedagógica áulica es no entender la transformación digital y la reconversión de los procesos educativos. La educación ya puede ni podrá ser igual.

Lo que nos debe llevar a la reflexión y acción de qué necesitamos en cada uno de los componentes del sistema educativo para que esta nueva realidad educativa que llegó para quedarse se convierta en un elemento más para el mejoramiento de la calidad del proceso educativo, que garantice el aprovechamiento de aprendizaje en los estudiantes.

De entrada, se requiere que todas las escuelas, en cada rincón del país, cuente con la infraestructura y conectividad de la red al igual que los maestros. Con esto no debe dudarse ya de establecer el Internet como un derecho humano, para que sea una responsabilidad del Estado la dotación del servicio en las escuelas.

Por parte de los maestros la educación en tecnología se debe convertir en un asunto de vital importancia en la capacitación y en la formación de las nuevas generaciones de docentes.

Como también los planes de estudio deben fortalecer las conocimientos y habilidades de los estudiantes para el aprendizaje por vía tecnológica. A lo mejor en esto último estriba un gran reto ya que hemos podido comprobar que para la educación a distancia es fundamental la capacidad autónoma y autogestiva de los estudiantes para acceder al conocimiento que se encuentra en la red.

Con ello se deja atrás de forma más radical la cátedra y rol del docente como poseedor exclusivo del conocimiento y del imperio de la tarea educativa. Debemos preparar al estudiante a no ser el receptor de la educación, sino un miembro activo y responsable de su propio proceso educativo.

 


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