Desde hace tres semanas el gobierno de Mauricio Vila Dosal ha insistido en el regreso a las clases presenciales, sin asumir el compromiso de hacerlas obligatorias hasta que sea decisión anunciada por la federación. En reuniones con directivos de escuelas particulares y posteriormente con supervisores escolares en escuelas públicas la prioridad hoy es conducir los esfuerzos hacia la consolidación de la presencialidad. Por tal motivo, se modificó el protocolo de regreso a clases para configurar más días y tiempo en el aula de clase con alumnos presenciales y disminuir, en contraparte, la orientación a tutores para la realización de tareas académicas para los que optan quedarse en casa.

A dos años de haber iniciado la pandemia en México que significó trasladar la educación presencial a un modelo virtual e híbrido, los efectos ahora que vamos incorporándonos a la presencialidad es evidente:

Existen rezagos que abrirán nuevas brechas en los conocimientos y habilidades entre los alumnos. No existe duda que hay quienes si supieron aprovechar la oportunidad de las tecnologías de la información y del aprendizaje a distancia. Pero hay que reconocer que han sido pocos, ya que en una gran mayoría los distractores de trabajar en casa fueron mucho más atractivos. Con lo cual, los procesos de adquisición de conocimientos y habilidades se ralentizaron.

Hay estudiantes en educación básica, tanto en primarias como secundaria, que hoy les cuesta trabajo escribir las indicaciones, avisos o contestar en sus libretas o libros. Porque se perdió durante este tiempo de confinamiento la disciplina del trabajo organizado en tiempo y espacio. Inclusive hay quienes se siente desprotegidos ya que con la virtualidad tomando clase desde casa era muy sencillo acudir a los parientes cercanos para contestar preguntas o resolver dudas. Un duro impacto a la necesaria habilidad cognitiva, conductual y actitudinal de la autonomía.

Hay quienes hasta el día de hoy justifican la decisión de no permitir u autorizar el regreso presencial de clases porque la situación pandémica no ha pasado y los contagios continúan. Sin embargo, una gran mayoría de esta disidencia educativa a la presencialidad no tiene reparo para acudir junto con los niños y estudiantes a las plazas públicas y comerciales, ir a eventos públicos como los cines o fiestas particulares.

Una persona al respecto me contraargumentaba ante el señalamiento de que era necesario la presencialidad ante la gente que ya está acudiendo a las plazas o cines, que a estos espacios públicos no se va diario. Justo, con más razón, refuerza este intento la importancia del regreso presencial, ya que es evidente que es más probable una infección en esos espacios que en las escuelas.

En las instituciones educativas, derivado de las medidas que establece el protocolo para el regreso a clases, las recomendaciones y acciones de mantener el distanciamiento físico, verificación de síntomas en los filtros escolares, así como, procurar el respeto en el uso de los cubrebocas y cancelación de juegos de contacto en los descansos o recreos, garantizan que las escuelas no son lugares de contagio. Hasta este momento se desconoce, por medios de comunicación y otros como las redes sociales, de contagios masivos en alguna institución educativa de la entidad.

Lo anterior, junto con la realidad educativa que estamos percibiendo y es evidente en la comunidad escolar que ya está acudiendo de manera presencial, hace imprescindible que ya el gobierno avance en la aplicación de la versión 3 del protocolo de regreso seguro que contempla el RETORNO OBLIGATORIO DE TODA LA POBLACIÓN ESTUDIANTIL A LA ACTIVIDAD ESCOLAR PRESENCIAL.

Esto para permitir fortalecer los conocimientos, habilidades y actitudes que los alumnos requieren para continuar con su preparación académica.

Ya es tiempo del regreso presencial a clases.

 

 


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