Madrid, 18 ene (EFE).- Un gran penacho que combina vistosas plumas y flores, un rostro maquillado como una calavera y un amplio traje tradicional blanco sobre el que destaca el amarillo de los claveles de indias captan la atención en el espacio del estado mexicano de Michoacán en la feria internacional de turismo Fitur, inaugurada este miércoles en Madrid.

“Queremos que los turistas que vengan a Michoacán vivan experiencias”, explicó a EFE el operador turístico en ese estado Gabriel Chávez.

Y para atraerlos el espacio recrea un altar típico del Día de Muertos, una tradición que en esta parte de México muestra especialmente el sincretismo entre la cultura originaria purépecha y el catolicismo.

Con sus velas, que sirven para guiar a las almas que en la noche del 1 al 2 de noviembre “tienen permiso para bajar, para salir del inframundo, y estar con los vivos”, comentó Chávez, director de la operadora turística Tim Tours de Michoacán.

Y con sus cestas de comida, en las que no pueden faltar las tortillas de maíz ni la charanda, un licor típico de esta parte del país, entre otras ofrendas para esas alamas cuya presencia sienten esa noche los lugareños.

Además de las flores de cempasúchil, como llaman allí al claves de indias, cuyo amarillo simboliza el fuego y el sol, relató.

La noche de los muertos es una festividad muy extendida en México, pero en la ribera del lago Pátzcuaro de este estado sus habitantes “conservan costumbres muy arraigadas” que la hacen única, destacó.

Por ello fue elegida como imagen en su espacio en Fitur, junto con la mariposa monarca, que tiene uno de sus santuarios en Michoacán en una reserva de la biosfera que junto a la fiesta de los muertos, la pirekua, que es el canto tradicional purépecha, y la cocina típica están declarados patrimonio de la humanidad por la Unesco.

Michoacán invita a los visitantes a “recorridos vivenciales”, en los que no solo contemplan las tradiciones, sino que pueden participar en ellas, señaló el director.

Para vivirlas, participan en costumbres como la ofrenda del caballito, que se llama así por los altares con figuras de caballo, que llevan a una casa donde la familia vela el alma de un difunto y que a cambio les da comida y bebida, en la localidad de Cuanajo.

O la visita al cementerio en la isla de Pacanda en el lago Pátzcuaro, que mantiene elementos autóctonos como las sepulturas con piedras, y a pueblos mágicos como Tzintzuntzan, antigua capital del pueblo purépecha.

La película de animación “Coco”, en la que un niño va a un mundo de los muertos como el que evocan estas tradiciones mexicanas, se inspira en costumbres como las que perviven en Michoacán, concluyó Chávez.

 

 

 

 


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