París, 9 abr (EFE).- A través de una recopilación de obras de medio centenar de artistas de todo el mundo, la emblemática colina de Montmartre, hogar de Picasso y Van Gogh en París, vuelve este 2023 la mirada al surrealismo para fijarse en una parte menos conocida de esta corriente, la que venía firmada por mujeres.

A ellas dedica su última exposición temporal para la temporada primavera-verano el Museo de Montmartre, bajo el título “¿Surrealismo en femenino?”, que hace hincapié en los distintos grados de adhesión de las artistas a este movimiento del siglo XX.

“Hemos querido insistir sobre la interrogación porque las mujeres surrealistas, las poetas, las artistas plásticas que hemos reunido aquí tienen un vínculo ambivalente, a veces, muy complicado con el surrealismo y con André Breton (fundador de esta corriente)”, explica a EFE Alix Agret, una de las curadoras de esta muestra.

“Sin afirmar absolutamente que todas eran surrealistas, hemos querido demostrar que hubo surrealismo, una sintonía con los tiempos, influencias surrealistas que han atravesado sus obras”, agrega.

La muestra comprende obras de artistas renombradas -pero aun así a menudo minusvaloradas por los grandes museos, críticos y marchantes de arte- como Claude Cahun, Dora Maar, Lee Miller y Leonora Carrington.

Junto a ellas, el Museo Montmartre coloca a otras menos reivindicadas como Marion Adnams, Grace Pailthorpe y Jane Graverol, cuya obra “Le Sacre du Printemps” (La consagración de la primavera) protagoniza, además, el cartel de la muestra.

“El hecho de que eran mujeres, evidentemente, ha podido frenar su puesta en relevancia, incluso si, es por eso que hay que ser sutil, son mujeres que a menudo han podido participar en acciones del grupo surrealista”, precisa Agret, como exposiciones en la época.

“Es un doble movimiento: a la vez tienen su lugar en medio de ese círculo, de esa nebulosa surrealista, esa constelación, y a la vez la historia del arte, el mercado del arte, las instituciones, los museos las han, quizá, olvidado”, completa esta especialista.

ARTISTAS, NO SOLO MUSAS

Sus colegas, como el propio Breton, también “las amaron mucho”, señala Agret, pero fue a menudo una admiración mal entendida -al menos según la lectura actual- que las reducía a objetos o a la categoría de musas, algo muchas veces incompatible con un verdadero estatuto de creadora.

La exposición, que resalta también el carácter multidisciplinar de las artistas con obras que tocan la poesía, la tapicería, la fotografía y la pintura, busca demostrar, además, una especial “tendencia a la abstracción” de las mujeres, mucho más marcada, según Agret, que en el caso de los hombres del surrealismo.

Para todo el movimiento, el barrio de Montmartre ocupó un centro simbólico, fue el “telón de fondo” del imaginario surrealista. Tanto en el caso de los hombres como en el de las mujeres, fue a menudo hogar o el lugar donde se encontraban en los cafés con sus pares, donde forjaron amistades, influencias y pasiones.

Por ello resulta especialmente alegórico que sea el museo de esta colina parisina el que haya emprendido el reto de hacerlas protagonistas, más allá de las modas del momento que tienden a buscar a las mujeres olvidadas de todos los ámbitos de la cultura.

“En tanto que las mujeres artistas no han adquirido el mismo estatuto que los hombres, estaremos obligados a ponerlas de relevancia”, recalca Agret, que pese a ello no tiene dudas de que, de estar vivas, muchas artistas de la muestra hubieran sido reticentes a ser agrupadas en una exposición de este tipo, dedicada únicamente a las mujeres del surrealismo.

“Estamos obligadas a subrayar eso, lo hemos escrito, lo repetimos, pero al mismo tiempo estamos obligados a rendirnos a la evidencia de que hay que hacer este trabajo”, concluye la cocuradora.

Nerea González

 

 

 


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