Una de las reformas emblemáticas de la Cuarta Transformación fue la abrogación de la reforma educativa que estableció el servicio profesional docente, que contenía, según los ideólogos cuatrotransformistas, principios neoliberales, imponiendo criterios de evaluación docente y la privatización de la educación.
Para culminar el proceso de transformación en materia educativa se planteó una reforma que inició su implementación en la recta final del sexenio, en gran medida, por la disrupción de la pandemia que obligó a recurrir a la tecnología neoliberal para mantener activas las sesiones de clases durante el confinamiento.
Ahora, en sus primeras decisiones con respecto al gabinete que acompañará a la nueva presidenta Claudia Sheinbaum, se determina que el próximo secretario de educación pública federal será Mario Delgado. Un economista cuyo mérito visible es ser el actual presidente de Morena, el partido triunfador en las pasadas elecciones federales.
Sin embargo, cuenta en su haber con muchas denuncias de actos de corrupción desde la mal lograda Línea 12 del metro, construida en tiempos del gobierno de Marcelo Ebrard siendo Delgado el secretario de finanzas, sobre la cual pesan algunas inconsistencias sobre arrendamientos que, según opositores, propiciaron enriquecimiento ilícito que nunca fue ni investigado ni sancionado.
Tampoco ha resultado exento de acusaciones con respecto a la supuesta venta de candidaturas en el anterior proceso electoral. A pesar de los resultados favorables al partido, no se puede negar que en un principio se mencionaron en diferentes medios y en diversas circunscripciones federales moches para obtener candidaturas municipales, estatales o federales. Lo que enturbió el proceso, aunque finalmente no terminó afectando el resultado electoral.
Pero la verdadera “piedra en el zapato” es su participación en la aprobación de la reforma educativa de Peña Nieto que creó el sistema profesional docente, cuando era legislador del PRD y miembro del “Pacto por México” que consolidó la política neoliberal. Ahora tendrá en sus manos continuar con el “segundo piso” en materia educativa para apuntalar los cambios de la reforma educativa que viene a transformar el sistema educativo nacional.
Es por esta información que los diversos grupos magisteriales se han opuesto a la nominación de Delgado como secretario de educación federal. Aunque ya estuvo en el cargo a nivel estatal en el Distrito Federal, hoy Ciudad de México, la percepción alimentada con las denuncias de corrupción no lo hacen confiable para un cargo que se asume, en palabras de la propia Claudia Sheinbaum, será de prioridad para el gobierno.
La educación requiere, además de un tratamiento político por las diferentes fuerzas políticas, sociales y económicas que inciden en el sistema educativo nacional, una atención pedagógica integral ante la transformación en los planes de estudios tanto de educación básica como media superior.
Es muy claro que el régimen de gobierno necesita reconfigurar la educación para que el sistema político se fortalezca. Es por ello que se pretende modificar principios educativos para radicalizar algunos elementos, como eliminar la base de las competencias que ellos asumen son un principio neoliberal que alienta la desigualdad y fomenta la política de mercado. Reconfigurar el concepto de conciencia nacional para eliminar el paradigma eurocentrista y capitalista, y dar pie a una reconstrucción nacional basada en el rescate de los saberes populares del pasado indigenista que se opone a la realidad de las interrelaciones modernas y globales.
Posturas radicales por las cuales se entiende la elección de un radical en el puesto de educación. La educación no se merece ser rehén de una ideología política, mucho menos de un régimen de gobierno. Debe responder a las condiciones y transformaciones sociales y tecnológicas que distinguen a una realidad que, por lo tanto, es palpable y observable.
¿Cumple Mario Delgado con las características para ser un buen secretario de educación federal?
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