La Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de Yucatán (SEGEY) ha generado en los últimos días un caos innecesario debido a una serie de errores comunicativos que evidencian falta de planeación y coordinación. Este desorden ha impactado tanto a estudiantes como a docentes, provocando confusión y complicaciones en las comunidades educativas.

Errores desde el inicio

El primer desatino ocurrió cuando la SEGEY emitió un comunicado interno en el que se informó que la descarga administrativa, ahora conocida como “captura de calificaciones,” se realizaría el viernes 22 de noviembre con la presencia de estudiantes en las escuelas. Al percatarse del error, intentaron corregirlo con otro comunicado, esta vez emitido el domingo 17, indicando que dicho procedimiento sería sin alumnos en las instalaciones.

Suspensión de actividades mal comunicada

El mismo comunicado del domingo 17 incluyó otra medida que desató controversia: la suspensión de clases para los estudiantes de educación básica el miércoles 20 de noviembre con motivo del desfile por la Revolución Mexicana. Sin embargo, esta disposición fue ambigua, dejando lugar a varias interpretaciones. Algunos creyeron que la suspensión aplicaba únicamente a los alumnos que participaban en el desfile, pero es bien sabido que la mayoría de los participantes provienen de secundaria, preparatoria y educación superior.

El vacío de información dejó a muchas escuelas sin claridad sobre cómo proceder, y algunas tuvieron que decidir por su cuenta si mantener o suspender actividades.

Improvisación y falta de planeación

Es evidente que las medidas fueron tomadas sin una planeación adecuada ni consideración de los planes previamente establecidos por las comunidades educativas. Emitir un comunicado tan importante un domingo, previo a un día inhábil marcado por la ley, dejó solo la jornada del martes para que las escuelas hicieran ajustes.

En muchos casos, las escuelas ya tenían festivales programados, bailables ensayados y hasta alimentos organizados para las tradicionales kermeses. La repentina suspensión trastocó estas actividades, generando molestia y descontento entre docentes, estudiantes y padres de familia.

Fallas en la comunicación digital

En la era digital, donde la información fluye en tiempo real, la SEGEY demostró estar fuera de sintonía con las demandas actuales. En lugar de emitir aclaraciones inmediatas y monitorear el impacto de sus comunicados, dejaron que la confusión se propagara por más de 24 horas. Mientras tanto, en canales internos, circulaban otras indicaciones contradictorias que solo aumentaron el desconcierto.

Un panorama desorganizado

El resultado es que hoy algunas escuelas están trabajando mientras otras no, producto de la descoordinación, la falta de planeación y la desinformación generada por la misma SEGEY. Esta situación no solo afecta la percepción pública de la Secretaría, sino que también perjudica la confianza en las autoridades educativas para gestionar adecuadamente situaciones que deberían ser manejadas con previsión y claridad.

Es urgente que la SEGEY revise y reestructure sus protocolos de comunicación, garantizando que las disposiciones lleguen de manera clara, oportuna y uniforme a todas las comunidades educativas. La educación no debe ser rehén de la improvisación y los errores administrativos


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