Desde un principio el hombre cuando toma conciencia de su existencia y del mundo que le rodea empieza a preguntarse sobre el origen y el por qué de las cosas. De ese cuestionamiento y ante el asombre inicial y el pobre bagaje del conocimiento, las respuestas fueron explicaciones fantasiosas que correspondían a una manera sencilla de explicar lo que no era sencillo. Había surgido la forma mitológica del conocimiento.
En esta forma de entender el mundo encierra una serie de valores que reflejan la concepción no solo del universo, sino también, del hombre y todo lo que lo rodea. Inclusive aborda de manera clara la interacción del hombre con la naturaleza y las fuerzas creadoras u ordenadoras que ellos consideraban eran fundamentales para comprender la dinámica del universo.
Sin embargo, fue la cultura griega quien propiciarían un rompimiento mitológico para avanzar a un nuevo estadio de conocimiento físico material e inmaterial del universo.
Fue la Jonia griega, 650 a.C cuando surge un hombre que cuestionará las explicaciones míticas establecidas por las epopeyas homéricas que establecían que las cosas del universo dependían del “destino” de una clases de seres dioses, que de manera discrecional jugaban con la naturaleza, las conductas y las necesidades de los humanos.
Ese hombre, Tales de Mileto, romperá con la tradición mitológica al proponerse encontrar una explicación basada en la observación, reflexión y racionalización de la realidad desechando la fantasía o la fe en una religión o en un dios. Hombre de mar, en un contexto donde todo se movía y giraba en torno al agua, vio en este elemento natural la explicación de un principio fundamental que rige todo el acontecer humano. Al AGUA le llamó EL ARJÉ, es decir, el principio básico que mueve todas las cosas del universo.
Podrá ser algo muy trivial la conclusión de Tales de Mileto, sin embargo, lo trascendental es que abrió a nuestra humanidad un nuevo camino de conocimiento que posteriormente sería el conocimiento filosófico, sentado los cimientos del sistema de conocimientos que hasta hoy perdura.
¿Qué sucedería si hoy Tales de Mileto viviera e hiciera la misma reflexión?
¿Qué es lo que pensaría? ¿Cuál sería su conclusión?
Es claro que la humanidad hoy tiene muchos y diversos intereses y motivaciones. Un filósofo es aquel que se cuestiona lo que observa y reflexiona, de manera racional, sobre una posible respuesta a los cuestionamientos que él mismo se plantea.
¿Será caso que el dígito binario, el 0 y 1, lenguaje natural de la electrónica lo que nos mueve? ¿Será acaso la virtualización de la vida, del conocimiento, de los hechos sociales y hasta la interacción humana?
¿Qué es lo que nos mueve hoy? ¿Los sistemas económicos? ¿El poder del dinero? ¿Acaso la corrupción?
Si nos planteamos encontrar una respuesta a esos cuestionamientos estaremos en la misma sintonía lo que alguna vez, hace ya 2,000 años, Tales de Mileto quiso hacer.
Por lo cual, la filosofía no ha muerto, sino que sigue vive en la medida que necesitamos encontrar la respuesta a cuestiones fundamentales como cuál es el origen de las cosas o qué cosa o principio es lo que crea, mueve u ordena al universo.
Seguimos, entonces caminando el mismo sendero de Mileto, aunque con otras realidades y otros contextos.


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