[A petición de Cristóbal Torres, reportero de esta sección cultural, el dramaturgo y director de teatro José Luis Cruz (Tapachula, Chiapas, 1952) comparte su experiencia y pensamientos sobre el confinamento; su faceta como director de grandes producciones teatrales le ha permitido saber manipular sus sentimientos en situaciones límite…]

José Luis Cruz, dramaturgo

México, 12 de mayo (Notimex).— Para mí es muy importante el café en la mañana. Me levanto y desayuno con mi pareja, tomamos juntos el café y conversamos. Me siento a leer un poco las noticias, pero no en la televisión; yo no veo la televisión, ¡pero nunca, en mi vida…! Escojo noticias de todo el mundo y empiezo a escribir lo que se me viene a la mente asociando un poco todo. Delineo mis preocupaciones, poco a poco; escribo sobre la posibilidad de establecer un equilibrio entre toda la información que hay: entre la política, las relaciones de poder, la furia de la ultraderecha, que es absolutamente irracional.

      Mis planes se vieron radicalmente truncados porque mi oficio es eminentemente público, con mucha gente en colectivo. Soy director de escena y dramaturgo. Como creador, aprovecho la parte física y su esencia; pero se vieron truncados muchos proyectos de ensayos, todo lo relacionado con las artes vivas.

      Lamentablemente no sé cómo ni cuándo vayamos a volver; ya no será la misma normalidad. La gente de escena no sabemos cuáles serán los nuevos protocolos para interactuar con el resto del equipo. Yo, como director de proyectos grandes, tengo una relación muy directa con muchos creadores, artistas y técnicos que están muy cerca de mí para hacer un montaje escénico; debo tocarlos y mostrarles movimientos.

      He hablado con varios compañeros de cuál será el comportamiento físico a partir de ahora, ¿cómo será si no vamos a poder estar más cerca de metro y medio? Para nosotros está siendo muy complicado no solamente el encierro, sino también no saber cómo podremos interactuar; no podremos volver al pasado, a la vida cotidiana. No se puede.

      En este confinamiento me he acercado a muchos creadores y artistas que viven día a día, ahora ya en la precariedad. Estamos en la precariedad porque, desgraciadamente, nuestro trabajo es intermitente; no tenemos un salario mensual como en la burocracia, como alguien que trabaja con un contrato. No tenemos certeza laboral, ni seguridad social, ni de retiro, ¡nada! Es muy irregular la situación en la que vivimos. ¡Estamos catalogados dentro de la economía informal!

      Hay neurosis, preocupaciones, falta de sueño y un poco de exacerbación de las emociones; pero soy director de teatro y director de escena, estoy acostumbrado a manipular mis emociones. La escritura es mi concentración del día a día; también estudio mucho.

      Acabo de montar una obra cuyo tema es el manejo del tiempo, Esperando a Godot. Me remito mucho a sus personajes; de pronto, inconscientemente, voy repitiendo con mi pareja frases que nacen de la espera. Hay un juego mental en la banalidad de esperar a que pase el tiempo jugando e inventando; pero también existe angustia, incertidumbre y una fascinación por la soledad, porque finalmente somos y estamos solos.

      Pero también hay una perturbación porque podría salir un momento y encontrarme con la muerte. Además de la violencia que heredamos de regímenes anteriores, ahora hay un peligro más que acecha; podría infectarme terriblemente con este virus sin saber si mi organismo es capaz de tolerarlo, porque la vida ha pasado y ya no soy un jovencito. Hay mucho temor.

      No sé de dónde salga la fuerza de seguir adelante. Escribí un pequeño texto donde hablo del instinto animal que nos hace preservar la vida; es algo muy irracional e interno de los animales que todavía somos. Me inquieta mucho porque volvemos a las emociones primarias de preservación, hay un estado de alerta que nos hace resilientes.

      Ese estado de alerta ha sostenido a mi generación, porque siempre hemos sido acosados por el Estado, por estos malos gobiernos; siempre hemos sido asediados porque los artistas somos rebeldes. Estamos acostumbrados a que nos señalen, quizá eso nos hace más resistentes: nos manejamos en situaciones críticas porque nacimos en una situación crítica.


Espero que esta publicación sea de tu interés. Me gustaría seguir en contacto contigo. Por lo cual te dejo mis principales redes para dialogar y comentar los temas de interés para la sociedad y nosotros.