Madrid, 27 jun (EFE).- La expansión del coronavirus a escala mundial supuso por segundo año consecutivo la cancelación en 2021 del programa “Vacaciones en paz”, iniciativa estrella de la solidaridad entre España y el pueblo saharaui que se había desarrollado sin excepción desde 1979 hasta 2019.

Los alimentos, los recursos sanitarios y el material escolar procedentes del exterior llegan con cuentagotas al Sáhara Occidental debido al cierre de fronteras y la cancelación de vuelos por la pandemia.

A esto se suma el clima de tensión que se vive en este territorio, reconocido por la ONU como “no autónomo” y pendiente de descolonización, desde que en noviembre pasado creciera el enfrentamiento entre su vecino Marruecos y el Frente Polisario, autoridad representante del pueblo saharaui.

Aproximadamente 9.000 familias recibían cada verano a menores de entre 10 y 12 años que durante dos meses se alejaban del conflicto y de las condiciones de temperatura extremas que se registran en el Sáhara Occidental.

Ahora en estos hogares se vive con preocupación e impotencia la situación de unos chicos a los que tampoco verán este verano.

UNA FAMILIA EN TINDUF Y OTRA EN MADRID

Familias como la de Patricia Bermejo (30 años), Gonzalo Ramos (33) y Aya (11), una niña del campamento saharaui de Boujdour, en Tinduf (Argelia), que llegó en 2019 a la localidad madrileña de Villanueva del Pardillo y no ha podido volver.

Sin embargo, según explicaron a EFE Patricia y Gonzalo, el contacto con Aya y su familia saharaui es constante a través de WhatsApp, “siempre que no se produzca ningún corte de luz allí y sus teléfonos se queden sin batería, como ocurrió cuando las disputas con Marruecos se recrudecieron”.

La joven Aya también declaró vía telefónica que en las últimas semanas ha pasado mucho tiempo junto a sus familiares sin poder salir de casa “por el intenso calor” y que la situación derivada de la COVID-19 en los campamentos “no es buena”.

Las muestras de cariño y respeto por parte de la familia biológica de Aya hacia Patricia y Gonzalo se repiten durante la conversación con EFE.

A pesar de su juventud, esta pareja española decidió involucrarse con la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui, acoger a Aya y no dudan en recomendarlo a otros jóvenes: “Ha sido una de las mejores experiencias de nuestras vidas”.

“Ella nos aportó mucho más de lo que lo hicimos nosotros”, añadió la pareja. La admiración hacia los mayores, la necesidad de compartir o el no derrochar son lecciones de vida que la pequeña transmitió a Patricia y Gonzalo, que ahora recuerdan estas anécdotas con nostalgia e incertidumbre.

“Sus padres nos hablan preocupados de los peligros de que salga sola por los campamentos; el circuito eléctrico es defectuoso, hay mucho cableado y algunos incluso se han electrocutado”, explicó Patricia.

Además, Aya sufre dishidrosis, un tipo de inflamación que agrieta severamente las palmas de las manos y las plantas de sus pies, que se agrava con el clima seco. Esta patología se trata fácilmente con cremas corticoides que aliviaban mucho a la menor y a las que hoy no tiene acceso.

Ahora, Patricia y Gonzalo solo esperan que Aya pueda regresar a España el próximo verano y disfrutar de lo que más le gusta: montar a caballo e ir al mar.

“VACACIONES EN PAZ”

En eso trabaja ya la delegación del Frente Polisario en España, que considera fundamental que este programa vuelva a funcionar, ya que “supone un intercambio cultural, de unión entre pueblos y de solidaridad importantísimo para nosotros”, manifestó el delegado Abdulah Arabi.

Algunos como Taleb Alisalem, de 28 años y ahora residente en España, conocen bien los beneficios de “Vacaciones en paz'”.

Taleb, que ahora trabaja como asesor jurídico en la ciudad de Palma de Mallorca, llegó a España gracias a este programa y volvió en 2003, cuando su familia saharaui lo envió con una carta en la que pedía a la familia española que lo acogiese “para tener las oportunidades que no hay en los campamentos”.

Las familias del Sáhara Occidental añaden a las problemáticas actuales del conflicto con Marruecos y la pandemia la paralización de un programa que ayuda al desarrollo del pueblo saharaui y ofrece a sus hijos las oportunidades que ellos no tuvieron.

 

 

 

 


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