Helsinki, 3 abr (EFE).- Finlandia se enfrenta a un complejo panorama poselectoral que ha encumbrado a los dos principales partidos de la oposición, conservadores y ultraderechistas, y que obliga a iniciar a partir de este lunes negociaciones para formar un Ejecutivo de coalición.

El líder del partido conservador Kokoomus, Petteri Orpo, aspirante a ser el próximo primer ministro, afirmó tras ganar las elecciones que tanteará a todos los partidos políticos para formar una coalición fuerte que goce de una sólida mayoría en el Eduskunta (Parlamento).

Para ello, debido a la habitual fragmentación del voto, deberá llegar a acuerdos con al menos dos partidos más y decidir si opta por asociarse con la ultraderecha o con el Partido Socialdemócrata (SDP) de la primera ministra, Sanna Marin.

El tercer socio de Gobierno podría ser el liberal Partido de Centro, cuarta fuerza política del país, aunque sus opciones no son especialmente buenas tras cosechar el domingo el peor resultado electoral de su historia.

Su líder, la ministra de Finanzas Annikka Saarikko, afirmó este lunes que, tras esta dura derrota, su partido pasará a la oposición porque así lo quiere el pueblo, lo que complicará la ecuación para formar un Gobierno mayoritario.

REFORMAS ECONÓMICAS Y RECORTES

Los analistas coinciden en que la débil situación económica del país nórdico y la pérdida de poder adquisitivo de sus ciudadanos por la inflación son claves para explicar la victoria de la oposición de derechas en estos comicios.

Con una economía en ligera recesión, la inflación disparada hasta el 8 % y una deuda pública equivalente al 73 % del PIB (8,1 puntos más que al principio de la legislatura), la prioridad de los conservadores es realizar reformas económicas y aplicar fuertes recortes.

“Hay una cuestión clave para nosotros, y es que todos los partidos del próximo gobierno se comprometan a reformar y arreglar nuestra economía”, dijo Orpo.

Para lograrlo, los conservadores son partidarios de rebajar la presión fiscal y realizar un ajuste presupuestario de 6.000 millones de euros durante los próximos cuatro años, mediante la reducción del gasto público y el aumento de la productividad y la tasa de empleo.

En esta cuestión, el partido Kokoomus está más próximo a la ultraderecha que a los socialdemócratas de Sanna Marin, quien ha insistido en que no formarán parte de una coalición que recorte en educación, sanidad o prestaciones sociales a los más desfavorecidos.

Algunos analistas señalan que puede ser complicado encontrar algún socio más entre los partidos pequeños, ya que su popularidad se resentiría si apoyan los recortes que se avecinan.

LA ULTRADERECHA, PRINCIPAL CANDIDATO

El partido de ultraderecha Verdaderos Finlandeses que lidera Riikka Purra es, a priori, el principal candidato a formar el Ejecutivo con los conservadores, con quienes ya gobernaron hace dos legislaturas.

Ambas formaciones comparten una visión similar en cuestiones económicas y son partidarias de atajar el endeudamiento aplicando los recortes necesarios.

También apoyaron casi unánimemente el ingreso de Finlandia en la OTAN tras la invasión rusa de Ucrania, una adhesión que está a punto de materializarse y que los conservadores llevan muchos años propugnando.

Además, el líder conservador no tendría problemas para trabajar junto a los Verdaderos Finlandeses porque no los considera de ultraderecha, a pesar de su xenofobia y de sus vínculos con otros partidos europeos de esta tendencia, como la Liga italiana y Alternativa para Alemania.

Según Orpo, en Finlandia no hay partidos de extrema derecha, aunque él mismo, siendo titular de Finanzas, acordó en 2017 con el entonces primer ministro, el centrista Juha Sipilä, expulsar de la coalición gubernamental a los Verdaderos Finlandeses.

El motivo fue precisamente el giro a la ultraderecha que dio esta formación con la elección como presidente de Jussi Halla-aho, representante del ala más radical y principal mentor político de Purra.

En todo caso, las negociaciones entre las dos grandes fuerzas de la derecha no serán fáciles, dado que también mantienen grandes diferencias en asuntos como la inmigración y las políticas europeas y medioambientales.

Los conservadores son proeuropeístas y quieren atraer a trabajadores de fuera de la Unión Europea para paliar la falta de mano de obra, mientras que los Verdaderos Finlandeses son euroescépticos y su mayor prioridad es endurecer las políticas de inmigración y asilo.

Juanjo Galán

 

 

 

 


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