Este fin de semana, a días de iniciar la campaña presidencial, se ha presentado una situación que para nada abona a la sana convivencia democrática. Nunca será bueno apostarle a la denostación, mucho menos al discurso de odio que remarque de manera polarizada las diferencias entre las diversas formas de pensar sobre la sociedad, el individuo, la economía y del gobierno.

Al final de cuentas, no todos podemos pensar lo mismo. Mucho menos en cuanto a las decisiones políticas que se construyen de las percepciones que cada uno interpreta al dar sentido a las declaraciones, conductas y hechos de los actores políticos.

En lo personal y no es para nada una postura conservadora, el presidente cometió un grave error de dar a conocer un dato privado y justificar que su autoridad moral está por encima de los derechos constitucionales.

¿Cuál es entonces el límite para evitar abusos de la autoridad?

¿Cómo se puede materializar la autoridad moral que depende de los valores subjetivos y creencias finalmente de carácter personal?

Lo que hizo el presidente fue desatar los demonios. Como contramedida se filtraron diferentes números particulares, tanto del hijo del presidente como de personas predominantes de Morena y de la candidata Claudia Sheinbaum. Lo peor es que éstos se sientan ofendidos de esta invasión de la libertad sin hacer responsable de quien lo suscitó, el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Ninguna acción, ni la del presidente ni la contraofensiva son moral y mucho menos legalmente correctas. Pero al parecer marcan el inicio de un proceso electoral polarizado. De una guerra irracional por estar más sustentada por la fuerza y las “autoridades morales” de los contrincantes políticos que se ponen por encima de la ley.

Pero esto es lo que el régimen de la 4T ha sembrado y empieza a cosechar.

AL CALCE. ¿Estamos ante el fenómeno de “vacío de poder” que parece ya experimentar el presidente López Obrador en los últimos meses de su gestión presidencial? Nuestro sistema político se centra en el sistema republicano donde el ejercicio del poder es temporal y no hereditario. Aunque ya se ha pervertido la sucesión presidencial por la corrupción y manipulación en los procesos electoral, lo que muchos ciudadanos estamos viendo es que con la 4T las cosas no han cambiado; al contrario, se han magnificado.


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