Porque si bien hay razones para proteger a la mujer, en efecto colateral, hoy también hay hombres que usan el metro que se exponen a consecuencias mucho más graves por las intenciones perversas de mujeres que han visto en el abuso y acoso sexual una oportunidad de hacerse de dinero. De este modo, hay féminas que se suben al metro, analizan a los hombres que también se suben para detectar a quien posiblemente pinte de cierto poder económico, para acercársele, y en momento dado, gritar o armar un escándalo para denunciar un toqueteo, una falta de respeto, una expresión inapropiada. Como resultado, el varón es detenido “en flagrancia” y llevado a la delegación donde, para evitarse de mayores problemas, pagan para concluir con un nefasto asunto.
 
Por un lado se va a reconocer que la mujer ha sufrido mucho por los hombres y la condición machista que ha imperado en la sociedad. De ahí que se ha dado la búsqueda de mayor protección a la mujer contra los abusos de los hombres. Pero también hay que reconocer, como seres humanos perfectibles que somos, que hay mujeres que se aprovechan de su condición para sacar un beneficio económico y laboral propio.
 
Así que tenemos, como sociedad y especialmente a quienes tiene la encomienda de proponer las políticas públicas en la materia, ser muy cuidadosos en todos y cada uno de los casos de denuncias de abuso y acoso sexual. Es un tema delicado por naturaleza. Donde hay miles de mujeres que lo sufren, muchas de ellas que no denuncian.
 
Me decía una jovencita de 18 años, recepcionista, muy humilde, estudiante actual de la UTM, que se salió de su trabajo por estar continuamente siendo acosada por sus dos jefes. Ella no lo denunció, aunque por dignidad mejor se retira y busca un mejor trabajo. A ella le creó, por ser una familia que goza del prestigio moral en la colonia donde vive. Porque conozco a su familia, la que por muchos años ha mantenido una conducta recta y honorable. Como ella hay muchas otras que la sociedad debe proteger y establecer los mecanismos y políticas públicas que frenen este tipo de abusos.
 
Pero qué decir de las mujeres a la cuales se le comprueba la mentira y la calumnia. A las que son capaces de mantenerlas con invenciones, falsedades, engaños, argucias, enredos, tretas, patrañas, chismes e inexactitudes. ¿Merecen que la sociedad les sigua dando el cobijo?
 
No confundamos la equidad y género en solo un sentido. Porque también hay hombres que somos víctimas de la intenciones perversas de ese tipo de mujeres.
 
Pero con la congruencia de lo que somos, dejaremos que sea la ley, el estado de derecho y la trayectoria personal de uno, que sean las pruebas de lo contrario que se nos dice. Porque el que acusa… lo tiene que comprobar.
 
II. Una pregunta Dra. Georgina Rosado, directora del Instituto de Equidad y Género: Si un hombre está resultado afectado socialmente por mentiras y calumnias de acoso sexual, con la comprobación fehacientemente de una trayectoria familiar, social y profesional honorable, que acude con usted ¿qué haría? ¿lo apoyaría?
 
III. Un reconocimiento a la Unidad Deportiva Kukulkán que abrió en verano pasado un curso de natación para todos los interesados desde 4 años en adelante. El próximo domingo será la clausura de los dos turnos que se abrieron los sábados y domingos. Para quienes requerimos de hacer ejercicio, tan fortificante y saludable, pero que no estamos tan jovencitos, la experiencia ha sido tan satisfactoria que se ha abrió un siguiente periodo de instrucción que continuará por el intereses y la demanda de otros interesados que ya no obtuvieron un lugar. Gracias “Beto” por tu paciencia y ayuda.
 
 


Espero que esta publicación sea de tu interés. Me gustaría seguir en contacto contigo. Por lo cual te dejo mis principales redes para dialogar y comentar los temas de interés para la sociedad y nosotros.