Jorge Zepeda Patterson lo dijo muy claro en este
semana en
su artículo de análisis.  En otras
palabras afirmó que los cambios en el 2000, viéndolo en retrospectiva,
hoy en
día significan al retorno de lo que en ese entonces era impensable: que
alguna
vez llegásemos a extrañar al antiguo régimen, lo que compara con el
síndrome de Estocolmo. Esto
en gran medida por el descontento por un cambio que quedó muy corto en
profundidad y alcance con los gobiernos surgidos desde la oposición que
sin
mayores modificaciones a las reglas políticas, criticadas por ellos
mismos,  al final también se han servido
del poder para sus propios intereses.

Por ello no es de extrañar que el PRI se convierta
ahora en
una buena opción para el 2009, y de conseguir la victoria que le
recupere la
primera posición en las Cámaras Legislativas, tenga más llano el camino
hacia
el retorno a la silla presidencial en el 2012.

Sin embargo, ¿así de fácil resultará para los
tricolores que
ya se siente completamente seguros de arrasar como lo han estado
haciendo en
los próximos compromisos electorales?

Bien se dice que nunca hay que subestimar al
enemigo, que
ninguna de las fuerzas opositoras están completamente diezmadas, aunque
si
disminuidas en presencia y posicionamiento favorable en la percepción
ciudadana.

Tenemos el caso del PRD que parece que ya entendió
la
lección si continúa la línea de confrontación directa contra las
instituciones.
Por un lado se comprende los principios de lucha, pero solo en el
fondo; porque
en la forma, el radicalismo en lugar de sumar simpatizantes  incomoda y asusta a los ciudadanos. No hay
una izquierda, no necesariamente moderada, pero si más consciente de
hacerles
llegar a la gente con argumentos más sencillos que convenzan de la
lucha, y que
por consiguiente, los perciban como una forma de gobierno viable. Sin
embargo
las luchas internas por el control del partido está desgastando la
imagen de demócratas
que no lo pueden practicar dentro de su casa. Su camino está diezmado,
las
fracturas evidentes, y como consecuencia, las preferencias electorales
se han
derrumbado.

Por su parte el PAN hay que analizarlo desde  dos escenarios diferentes: el nacional y el
local. En el primero queda muy claro que ya había indicios de querer
perpetuarse en el poder por un sexenio más. Aunque para ello el camino
para al proyecto
calderonista no resultaba sencillo, ya que no puede pasar por alto al
“yunque”
cada día más presente y combativo internamente. Calderón, un político
pragmático, fue ajeno a la bendición de la clase tradicional y dura de
ese
grupo interno del PAN. El mismo lo reconoció en el pasado homenaje en
la sede
del PAN dedicado a su amigo y aliado político, Juan Camilo Mouriño,
cuando en
su mensaje se interpretó una llamada de atención a ese grupo político a
cerrar
filas a la causa blanquiazul.

A nivel local el PAN no ha podido recuperarse de
la derrota
inesperada del 2007. Tal pareciera que los ahora panistas crecieron
siempre con
el poder y que eso les impide asumir nuevamente su papel como oposición
crítica, y al mismo tiempo, propositiva, como lo fue en el pasado. Al
contrario, hay un PAN combativo contra todo lo que huela al PRI, aunque
ya no
les importa caer en la contradicción e incongruencia de estar luchando
contra
lo que ellos mismos no pudieron remediar como gobierno. Eso los devalúa
ante la
sociedad, le impregna  incredibilidad e
incertidumbre de un compromiso democrático.

Pero hay cosas interesantes que no pueden dejarse
pasar por
alto del todo. En un contexto inicial recordemos que en las elecciones
del 2007
se criticó y condenó la guerra sucia, de descalificaciones y
acusaciones, de
uno a otro bando. Se privilegió, en ese entonces, el desprestigio sobre
la
razón y los argumentos. Se olvido que el debate político debe estar
basado en
el principio del convencimiento por los segundos, pero ni uno ni lo
otro fue la
tónica de la campaña. Asumidos muchos en el anonimato de la red
encontraron el
escondite perfecto para golpear.

Pero como se dijo en conocido programa de reality
show: “las
reglas cambian”, lo mismo sucede ahora en la escena política local.
Porque cada
día los enemigos a la justicia social empiezan a dar la cara. Los
detractores
panistas ya no se sienten solos, sino que están acompañados por gente,
que en pasado
cercano fueron beneficiados en sus negocios, y hoy invierten para
fortalecer la
causa blanquiazul. Lo novedoso es que no necesariamente son parte del
panismo,
sino que de forma paralela hoy emprenden en medios de comunicación una
campaña
de concientización sobre los problemas sociales, invitando a unirse en
torno a
las críticas para ser el contrapeso a la administración estatal actual.
Reparten, al cobijo de agrupaciones cívicas calcomanías para pedir un
“Yucatán
en Paz” con los colores convenientemente azules. Continúan polarizando
a la
sociedad con verdades a medias y tendenciosas

El IFE a nivel nacional ha previsto un nuevo
escenario en la
lucha política, y más en la electoral, lo que le ha motivado a
establecer
reglas más estrictas para el control de los medios de comunicación y
librarse del
dinero ajeno a intereses democráticos. Ahora se entiende lo que los
partidos
políticos buscaron en la reciente reforma electoral a nivel nacional,
pero al
no compartir ese panorama nos impidió a muchos darnos cuenta de lo que
ahora se
configura: que hay medios que están siendo creados no para consolidar
la
democracia, sino a destruir al enemigo, polarizando políticamente a la
sociedad, imponiendo verdades absolutas sin fomentar el debate. El lema
de que
el fin justifica los medios cobra una vigencia y se vuelve en la
coartada y
excusa para validar las acciones emprendidas.

¿Esta la sociedad preparada para la lucha
encarnizada que se
acerca? La verdad lo dudo mucho. No subestimo la inteligencia y sentido
común
ciudadano que nos ha dado muestras de actuar con sensatez, pero es tan
fuerte
la penetración de una corriente contraria al desarrollo social, que
resultaría
muy fácil ser seducidos por esas verdades absolutas, y en lo malo que
es que el
pueblo está siempre prejuzgado y perjuicios que resulta sencillo
manipularlo.

 Ni el proyecto de
Calderón se escapa de esta inercia que se gesta dentro del PAN. La
muerte de
Mouriño descaró más lo que sucede en la lucha por el poder dentro del
panismo a
nivel nacional, tal y como ya está sucediendo aquí en Yucatán. Para
reforzar
esta visión en la federación solo hay que darse cuenta como las
preferencias a
favor del presidente hoy están en caída, no tanto por razones
económicas, sino
por el fuego interno que no ha cesado en su contra. Solo así se explica
la
elección de un amigo leal y conocido para ocupar el cargo vacante: todo
regido
por la necesidad de confiar, mucho antes que lo político.

Se reconoce inteligencia  y
comprensión de la escena política en la
decisión presidencial.  Porque tiene que
arroparse en los conocidos, en los leales, en las estructuras que son
favorables para conservar un buen posicionamiento político y resistir
la
embestida que tiene encima.

Los dados pronto estarán en movimiento dentro de
un futuro
cercano. Es cierto que el PRI tiene la mejor expectativa de regresar a
ser la
primera fuerza política en el país, sin embargo no debe caer en la
confianza
absoluta y dejar de trabajar cerca de la gente, movilizando y
ciudadanizando la
política, pero cerca de las estructuras que le garantizan esos
resultados.

Porque hay que ser más conscientes, que si bien un
gobierno
bueno es importante, si no cuenta con el respaldo en la percepción
ciudadana difícilmente
logre salir avante. Hoy los votos cuentan, así lo hemos demostrado los
ciudadanos que ponemos y quitamos gobiernos en esta incipiente
democracia. Por
lo que en un futuro muy próximo ganará, quien sepa apoderarse, más que
calles,
de la conciencia y preferencia en los ciudadanos.

¿Quién está listo para hacerlo?

 


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