En la democracia, en la libertad que hoy vivimos en México, podemos pensar lo que quisiéramos, y en muchas ocasiones, de decirlo concretamente en algún medio de comunicación. Las cosas no son tan totalitarias como lo fueron hace algún tiempo, aunque tampoco hemos aprendido a vivir no solo en la tolerancia, sino en un valor más trascendental, que es la coincidencia. Instrumento que nos acerca a los puntos comunes desde los cuales se inician los diálogos y se construyen las alianzas en beneficio de la sociedad.

No hay una subida de tono. Tampoco es un linchamiento en contra del Ayuntamiento panista de Mérida, porque no inventamos los hechos, solo los interpretamos a calor de las noticias y de las actuaciones tanto asumidas como propias de cada uno de los actores, como también, de aquella omitidas pero traslúcidas en las palabras y conductas de cada uno de ellos.

Cada día nos vamos de sorpresa en sorpresa. Ahora es el diario Tribuna de Campeche, un modesto medio de comunicación que hace una contribución en el retorcido mundo de corrupción de los gobiernos panistas que en su sección local de Mérida, al señalar ahora la acusación de fraude que cometió el hermano menor de César Bojórquez al amparo de en ese entonces director de la JAPAY para conseguirse contratos que paganos no cumplió en la entrega.

¿Ahora que dirán los detractores? ¿Qué también el Tribuna actúa en consigna por nexos con del Gobierno del Estado o príistas para continuar despedazando la ya corroída imagen de la administración bojorquista?

Si afirmó que hoy el Alcalde César Bojórquez ya debería renunciar para atender políticamente los casos que le atañen. Hace algunos años una artista de televisión que fue acusada junto con su manager en muy conocido caso que acaró muchos años la polémica en los medios de comunicación, solo por ser una de las personas involucradas en sonado escándalo que implicó maltratos, abusos sexuales y hasta acusaciones de asesinato fue suficiente para acabar con la carrera política del entonces príista Eduardo Andrada, hermano del acusado, sin tener absolutamente ninguna participación en esos hechos.

Hoy el Alcalde César no puede evadir explicar a la ciudadanía la mugre en que ha dejado (y no han leído mal – “ha dejado” – por su incapacidad de darse cuenta de los negociazos que se hicieron en sus plenas narices por los funcionarios, supuestamente, de su máxima confianza) le asalta la nueva acusación de un familiar que igualmente uso lo que el poder representaba para agandallarse dinero público sin entregar obras concluidas.

¿Tampoco de esto estaba informado el Alcalde? ¿Hasta donde llega su ignorancia en el asunto?

Que quede claro… el Ayuntamiento de Mérida, junto con toda la camada de panistas que durante 18 años la han gobernado, muestran signos de notable desgaste por la seducción de los vicios del poder.

Lo malo que es que en una versión de lo que debió ser una superación positiva del maestro, lo que vemos deteriora la confianza en lo que pudo ser un gobierno del cambio, que para su propio beneficio no lo ha querido cambiar el sistema. Eso es dehonesto, es ruin, es una bajeza… No se les culpa de otra más de lo que ellos, por muchos años, tanto usaron con la bandera de la honestidad, la pulcritud, la probidad y la prudencia.
Ni modos, así lo veo, así lo siento, así me consta.

 


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