Hoy se corre, por la sucesión de hechos, acciones, omisiones y malas
decisiones, que el PAN tiene un gran reto, por no decir tarea
imposible: mantener su hegemonía política en al Ayuntamiento de Mérida,
la joya de Yucatán.
Como cualquier cosa que se degrada con el tiempo, se ha demostrado que
ellos son capaces de olvidar sus principios democráticos y actuar más
con base a la ocurrencia nacida de los propios intereses.
Hoy en el PAN se sabe derrotado. Asume esa posibilidad, pero en lugar
de establecer una acción política más congruente al análisis y toma de
decisión comprometida con los principios éticos y democráticos, empieza
a configurar todo un engranaje mediático para aparecer como las
víctimas del abuso del poder del actual poder ejecutivo en el Estado.
Parecería que la intención es proyectarse a sí mismo como los pobres,
los disminuidos por la maquinaria política del contrario, el más débil…
es decir, seguir el supuesto que le gente seguirá la tendencia de
apoyar al desvalido, al pobre, al disminuido, al débil.
¿Merecen los panistas, sobretodo aquellos que durante muchos años
lucharon contra la hegemonía del poder público, que hoy sea ésa la
estrategia política del partido?
Paradójico resulta, pero al mismo tiempo ilustrativo para comprender
mejor las formas y los tiempos políticos, como a quienes se les criticó
ahora se abren a la sociedad, mientras lo que más lucharon por la
apertura política, estén más que contraídos, apostados y atrincherados,
olvidando la base del partido, la militancia, y lo peor, los principios
y valores que deberían sustentar.
Indudablemente hay medios que están dispuestos a seguir el guión del
panismo, si es que no son éstos mismos quienes en realidad lo promueven.
Sea lo que sea, ante la ciudadanía no creo que tengan mayores
resultados o que puedan cambiar el sentido del resultado electoral.
Tampoco hay situaciones consumadas en una contienda electoral, pero
creo que falta mucho para que una estrategia de esta naturaleza de
resultado efectivo.
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