Aspectos que delimitan el contacto directo del representante con
el representado, al someter a los integrantes de la legislatura, sea
federal o estatal, a los intereses de la facción o fuerza política a la
pertenecen. Aunque por un lado no es del todo incorrecto en un sentido
amplio, de forma específica no corresponde a lo que los ciudadanos
esperan de los representados que ganan la preferencia electoral para
ejercer sus puestos.
Básicamente hay que reconocer, partiendo de la realidad anterior, en dos
tipos de diputados que se categorizan en diputados legisladores y
diputados funcionarios.
La facultad primaria del diputado radica en la creación de leyes, con el
estudio de los tiempos y necesidades actuales para proponer nuevas
normas jurídicas o mejorar las ya existentes. Es por ello que se
requiere de gente con capacidad de análisis crítico, abierto a la
propuesta inteligente para satisfacer las necesidades de los ciudadanos,
al fin y al cabo, sus representados. Lo que popularmente se dice “ser
la voz del pueblo”, pero a veces, se requiere un poco más que solo
hablar, ya que se puede decir muchas cosas, pero no necesariamente haber
substancia y fondo en ellas. El que cumple con esa tarea es el diputado
legislador.
Por lo contrario, el diputado funcionario o burócrata es el que ha
perseguido el puesto por ser una cuota de poder de la fuerza. No
representa al pueblo, no le interesa rendirle cuenta a quienes lo
eligieron. Obedece sin capacidad crítica a los lineamientos e intereses
facciosos de la fuerza política que lo postuló. Al final es un simple
burócrata, contratado para cumplir una tarea específica.
Lamentablemente nuestros sistema político, creado y consolidado por los
mismos legisladores, ha fomentado más los segundos que los primeros. Con
las reglas de la elección los que llegan lo hacen por vía de un partido
político, que obviamente busca cobrarles ese favor. No hay mayor mérito
que el resultado de la elección.
Caso especial son los plurinominales creados por la importancia del
principio de dotar de proporcionalidad a todas las fuerzas en la
negociación política. Estos no hacen campaña, no van tras el voto.
Técnicamente y en un sentido estricto deben su puesto a la decisión
cupular del partido, quienes exigen determinados compromisos al
suspirante a diputado que deberá cumplir éste una vez en el cargo. La
figura surgió dentro de un sistema hegemónico que obstaculizaba el
ejercicio pleno de la libertad de elección de los ciudadanos.
En definitiva hay mucho que exigir a los órganos legislativos –
congresos estatales, Cámara de Diputados y de Senadores – para realmente
consolidar la función primaria de esos órganos ya constituidos de la
federación: no es cuestión de votar a conciencia o de acuerdo a la
bancada, sino de concordancia a las facultades legislativas en beneficio
de los mexicanos.
 

 


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