Donald Trump ha resultado el candidato más bravucón, envalentonado y mediático de todos los republicanos. El menos político, el intolerante y, lo que es peor, mal preparado. Eso fue muy claro en el debate de ayer celebrado de Nueva York.
Por su parte Hillary mostró más mesura, preparación y tranquilidad. Supo atinarle golpes certeros a Donald que el republicano no supo maniobrar.
Entre estas dos opciones se encuentra la definición de la próxima presidencia de Estados Unidos. Como pocas veces en México hay una gran expectación por el resultado del proceso electoral por la vinculación del país en el discurso político de ambos candidatos. Uno más subversivo que otro, pero que en el fondo hay coincidencia en ambos de que la revisión sobre las condiciones del libre comercio entre México y USA debe ser revisado. Esto con consecuencias impredecibles en este momento para la vida política, económica y social de ambas naciones, aunque al final la mayor pérdida sería para nosotros.
Lo malo para Hillary Clinton es que no ha podido realmente consolidar la abultada ventaja electoral que caracterizó el inicio de la campaña. Más que claro, la ex esposa de Bill Clinton, no ha tenido ni el carisma de su cónyuge ni el arrastre de Barack Obama. Ni por el hecho de ser posiblemente la primera presidenta de la nación más poderosa del mundo ha logrado apuntalar la victoria electoral.
Por un lado, los escándalos de los correos electrónicos privados y el mal manejo de su enfermedad en este proceso electoral son causas de incertidumbre. Misma que puso a ambos candidatos en un empate técnico a horas previas de iniciar el primer debate el lunes pasado.
¿Podrán los norteamericanos lidiar con la falta de preparación de Donald Trump en este compromiso de campaña y la expectativa de lo que se puede esperar cuando sea presidente de los Estados Unidos?
Hillary no ha sido buena candidata. Si no sabe aprovechar este momento la presidencia se le estaría escapando de las manos. No hay duda que el nivel de confrontación de Trump pone en peligro no solo la relación con México. Todo el mundo, aliados y enemigos, se tocarían con un auténtico muro de incomprensión, falta de preparación y retórica para encender medios sin propuestas claras en la negociación política. Aún no ha llegado el momento clave para Hillary para apuntalar su campaña y asegurar el triunfo.
Aunque muchos digan que lo mejor es que gane para México Hillary Clinton que Trump. Tampoco podemos esperanzarnos los mexicanos que con Clinton tendríamos grandes oportunidades.
Es claro que la situación de animadversión y polarizada de México no ofrece a ambos candidatos que México sea tratado con mayor respeto. La minusvalía en la relación se vuelve factor determinante en la propuesta de que no hay nada bueno para México. En esa combinación de corrupción, delincuencia organizada y mala planeación política encuentran cultivo las pretensiones de disminuir la alianza de los Estados Unidos con nuestro país.
Sin embargo, se puede repetir la historia de unión nacional si en USA se emprende una campaña contra México. Sucedió en los años de 1850’s cuando se invadió al país por los yanquis en momentos de gran polarización social y política post independentista. Lo que provocó que se uniera más la nación entorno a la defensa de la soberanía nacional. Ese nacionalismo le hace falta a los mexicanos para salir de la polarización política que impide encontrar coincidencias.
Pero la moneda está al aire. Entre los males el menor si gana Hillary. Ojalá su equipo y ella misma puede realmente capitalizar el resultado del debate a su favor.
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