En la consolidación de la Ciudad de México como una entidad federativa integrante del federalismo mexicano es necesario la promulgación de su propia Constitución Política. Para esto se convocó a la sociedad capitalina a conformar una Asamblea Constituyente. Los trabajos de producción legislativa han iniciado.

Crear una constitución no es tarea menor. Es más que claro la importancia para la jurisdicción de la Ciudad de México de contar con los individuos idóneos, con amplio conocimiento de las necesidades que deben estar contempladas en el texto constitucional. No olvidemos que la norma resultante será, para la Ciudad de México, el máximo ordenamiento legal sobre la cual se fundamentará su sistema jurídico.

Es por ello que se esperara un alto compromiso y responsabilidad por quienes han asumido la responsabilidad de ser parte de la Asamblea Constituyente. Ser parte de ella debe ser un gran honor y al final es una contribución que quedara para la historia y legado a las futuras generaciones. No es solo para aparecer en la foto o presumir que un firmante de tal documento, sino aportar el talento y las propuestas para la construcción jurídica de una nueva entidad que, además, es de suma importancia por ser la sede de los Poderes de la Unión y capital de la República mexicana.

Lamentablemente vemos como se ha restado voluntad política en algunos integrantes, especialmente de actores, convocados a ejecutar esta tarea. Ejemplos son los actores Daniel Alcazar y Bruno Bichir. La participación del ambos en películas con evidente corte de crítica social ha contribuido a la reflexión política. El retrato de la realidad que han expuesto en sus filmes ha sido parte de la consolidación de una conciencia democrática. En otros espacios de expresión, los actores no dejan de criticar al sistema político.

De acuerdo a la opinión de Alejo Sánchez Cano publicada en el financiero con el título Constituyentes faltistas, ambos actores se están llevando nota por sus recurrentes faltas a las asambleas de discusión parlamentaria. No se les conoce propuesta efectiva, desperdiciando de por sí una gran oportunidad de ser parte de la historia. Parece que sus carreras artísticas y compromisos particulares resultan más importante que el cargo que ostentan.

Al final están cayendo estos actores en lo que tanto critican como corrupción de un sistema político al desdeñar con su indiferencia en el compromiso constitucional que adquirieron para la Ciudad de México.

Una muestra y reflejo de la actitud de muchos mexicanos que son buenos para la crítica, la denostación y la grilla descalificadora, pero que no tienen propuesta, que no pueden aportar algo bueno para el país.

Eso es también ser corruptos, el buscar y criticar sin proponer porque corrompe el sistema de valores sobre la cual se deben sostener una sociedad democrática que busca la paz y la armonía social, por lo cual la crítica siempre tiene un sentido y fundamento.

Hoy Daniel Alcazar y Bruno Bichir se quedan con sus personajes de ficción, una ficción reforzada por el nulo compromiso democrático para cumplir con un cargo que aceptaron y no están a la altura de las circunstancias.

 


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