Han empezado las campañas. Como era de esperarse los candidatos, independiente de que partidos o cargo público que se trate, están asegurando que son la mejor opción para encabezar proyectos que marquen la diferencia. Sin embargo, hay que notar que no hay más allá de lo que realmente debemos esperar los ciudadanos.

Es una realidad que hay un hartazgo social porque el sistema económico no funciona. Las tan mencionadas reformas no han llegado a beneficiar los bolsillos de las familias mexicanas como se prometió. Esto causa molestia e indignación que se reflejará sin duda en los resultados.

Aunque es muy claro que el actual régimen no desea la derrota. La ciudadanía que se siente defraudada mira hacia un “salvador” que venga a corregir el rumbo. Lo malo es que no existen en efecto alguno que lo pueda garantizar. Porque en los hechos hay evidencia de la insuficiencia en congruencia política.

¿Cuál será el resultado final de esta contienda electoral?

No me refiero a quien resulte ganador. Sino a lo que vendrá para el país independiente de quién resulte electo presidente de la república.

México tiene retos muy importantes. La globalidad económica y las amenazas de la presidencia de los Estados Unidos nos obliga a consolidar una estabilidad social y bases de una gobernabilidad para hacer frente a ello. El conflicto poselectoral que surja no nos ayudará a lograr esas condiciones. Donald Trump lo sabe muy bien y por ello, en pleno proceso electoral, amaga con la militarización de la frontera y continuar con su ataque contra el TLCAN y el tema de la migración.

Es claro que el resultado se resolverá en los tribunales. El fantasma del fraude y la impugnación están presentes. Por lo cual, el tiempo venidero después de la jornada abonará a la incertidumbre que lastimar a más a las instituciones de gobierno.

La corrupción, por lo tanto, seguirá latente. Continuará siendo el mal estructural del país. Ningún candidato como fuerza política pueden garantizar un frontal ataque contra ella. Mientras tanto, la pobreza extrema y los males que surgen por la desigualdad social y la vulnerabilidad seguirá creciendo.

El peor escenario es que la sociedad en términos generales fortalezca la apatía que se alimenta del conformismo si llega a existir duda sobre el resultado de la elección. Con lo cual el sistema político hegemónico abra ganado la partida.

Por lo cual el proceso de consolidación de la democracia está en riesgo.


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