[Tras la petición de nuestro reportero Cristóbal Torres, la compositora Tere Estrada habla sobre cómo la tecnología le ha permitido mantenerse activa en tiempos de confinamiento; asegura que, en momentos actuales, la creatividad debe ser proporcional a la limitación de movilidad; ese proceso le ha permitido descubrir nuevas habilidades con su propia voz, como la grabación de audiolibros dentro de su propio closet…]
Tere Estrada, compositora
México, 13 de mayo (Notimex).— De pronto parece domingo o lunes, bueno, ya no sé qué día vivo. Trato de hacer una rutina para más o menos sentir que son días diferentes. Doy talleres de voz, pero, por la contingencia, ahora los estoy haciendo en línea. Tuve que aprender a manejar nuevas herramientas para seguir realizando estos talleres. Algunos alumnos que tenía ya no quisieron seguir en línea, pero salieron nuevos que sí aceptaron tener clases. Hay público para todo.
      Es una dinámica completamente diferente porque no es lo mismo tener en vivo a la gente para platicar y escucharlos perfectamente. El problema es que, en las transmisiones, siempre hay un retraso en el audio, eso hace más difícil escuchar los ejercicios que pongo a los alumnos, es más tardado.
      Hago meditación dos veces al día porque, eventualmente, el encierro genera ansiedad; de repente podría empezar a comer de más o alterarme, cada quien lo expresa de manera diferente. Estoy en un grupo de meditación internacional; mi maestro es alemán y se vincula con gente de muchas partes del mundo. A veces hace seminarios donde invita a monjes tibetanos o japoneses; nos vinculamos, escuchamos las meditaciones y eso me hace sentir parte de lo global sin salir de mi casa.
      La tecnología me ha servido para reforzar los vínculos. Mis papás viven en Lindavista y no los he visto; me quedo un poco tranquila porque hay una hermana que vive a la vuelta, pero los extraño mucho. A veces platico con miembros de la familia de mi mamá; estamos todos regados, hay unos en Europa, otros en Estados Unidos; es un desorden porque no hay quien modere, pero está bien así; cuando menos nos vemos todos y se siente un vínculo diferente.
      No es la primera vez que tengo que aprender algo nuevo. Estamos limitados en cuanto a movilidad, pero eso hace que tengas que despertar tu creatividad para desarrollar otras cosas. En mi caso, el confinamiento me ha ayudado a ser más creativa. Por ejemplo, como maestra de canto tengo muchos años, pero recién me di cuenta del potencial de mi voz hablada; me gustaría hacer audiolibros porque sí tengo mucha facilidad para realizarlos; recién descubrí esa habilidad que no había explotado antes. ¡Dentro de lo perdido, lo encontrado!
      Metí un proyecto a la campaña de Contigo en la distancia de la Secretaría de Cultura donde leo mi novela: Un blues en la penumbra; pensé en hacer mi libro como si fuera un audio, leyendo fragmentos y metiendo la música que compuse ex profeso exactamente donde yo siento que tiene que ir. En los conciertos que doy, lo que normalmente hago es leer fragmentos de la novela y lo acompañamos con las canciones. Mi banda toca en vivo mientras intercalamos los textos.
      Para Contigo en la Distancia pensé en qué podía hacer; si daba clases de canto, habría una cantidad enorme de artistas dando talleres de canto. Y efectivamente, cuando vi la lista, había muchos. Pensé en qué me podría hacer diferente para tener una mayor posibilidad y decidí hacer mi libro.
      Me sorprendió mucho el resultado porque, al escucharlo, cobró vida; sentí como si fuera una radionovela. No conté toda la historia, nada más son cinco capítulos. Tuve que hacerlo con las herramientas que tenía. Al no contar con estudio, pues me metí al closet y grabé con el celular, ¡literal! Yo creo que con el tiempo sí voy hacer una cabina en mi casa, pero, mientras, ese fue mi estudio.
      Todo ha sido un proceso de acoplamiento a las nuevas tecnologías. Ahora, como no hay conciertos, estoy clavada más en cosas de creación. Estoy escribiendo desde hace ya un rato mis memorias, un texto que se va llamar: Treinta treinta, que son 30 anécdotas en 30 años de historia. Le he metido mucho a ese proyecto. También estoy escribiendo un guión de mi novela, Un blues en la penumbra, porque la quiero llevar al cine. Eso me va llevar todavía un rato, pero he tomado varios talleres cinematográficos. Escribir es un proceso muy solitario.
      Han salido muchas ofertas de amigos que han hecho festivales en línea. Hay uno llamado: Me quedo en casa fest; fue el primero en el que participé. Ahora han hecho vínculos con gente de varias partes del mundo, tanto de Europa como de Latinoamérica. Ha salido una oferta muy grande, de chile, mole y de manteca. Pero cuando me invitaron fue muy angustiante, porque se me descompuso la computadora. Tuve que pedir una prestada. ¡Si no estás en la tecnología, estás fuera!


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