Hace algún tiempo un “amigo” de Facebook me cuestionó en el comentario el bajo número de likes que tenía una publicación. Mi respuesta fue sencilla, mi interés estaba centrado en entender la realidad que se observa y compartir mis ideas, no buscando que se den más “me gusta”.

En estos últimos años, más con la reconversión tecnológica derivado de la pandemia, el uso de plataformas de redes sociales se ha popularizado en demasía. En consecuencia, hay más canales de usuarios que publican información que se vuelven viral y, con ello, alcanzan la fama para ser considerados como “influencers”.

Ahora bien, aunque existe el derecho fundamental, consagrado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que ampara la libertad de manifestación de ideas como la libertad de expresión, es necesario destacar que estas no son cheques en blanco. Es necesario asumir la responsabilidad de comunicar a la sociedad lo que se piensa con veracidad, calidad y autoridad.

Tenemos el caso la influencer YoStop que por querer ganar popularidad utilizó de forma incorrecta una situación que terminó con someterla a un proceso judicial que incluyó un tiempo en la cárcel.

En estos dos últimos meses, en el ámbito nacional se hizo viral el caso de la chica desaparecida Debanhi Escobar. En gran medida por ese contexto la situación apresuró a las autoridades y se logró el descubrimiento de su cadáver, aunque no se deja de considerar una gran cantidad de contradicciones tanto en la familia como de las autoridades.

Con respecto a la familia es entendible. No son expertos y en su desesperación es normal que se cometan errores y exabruptos. No entenderlo es dejar de ser empáticos en una situación que sin duda debe ser desesperante, de mucho dolor y sufrimiento que altera la paz y la salud mental. Una vez recuperado el cuerpo es muy claro que se abrió una nueva etapa para la familia ahora con asesoramiento jurídico para continuar con un proceso, que continuará siendo doloroso, pero que requiere de ser lo más precisos para que la investigación policiaca y proceso judicial pueda concluir y conocerse la verdad de lo sucedido.

Hay quien acusa al padre de ser “cómplice” de las autoridades y de “venderse” a la versión oficial. Desconocen que para que este proceso culmine es la fiscalía la autoridad que debe presentar la denuncia correspondiente ante un juez. Un ciudadano no tiene esa capacidad, más que ser un coadyuvante de los fiscales que argumentan el caso ante un juez. Es por ello de que se necesita de un asesoramiento jurídico especializado y no de “influencers” que desconocen como llevar con éxito estos procesos. Que no saben distinguir que es un indicio de prueba o perfeccionamiento de esta o las técnicas de evidenciar contradicciones o cuestionar debidamente a un testigo.

Un proceso legal es un procedimiento que requiere de elementos de interpretación jurídica y técnicas que serán los especialistas que deberán proceder conforme los principios y las reglas establecidas en los marcos legales correspondientes. Esto sin duda requiere de conocimiento no solo teórico sino práctico y contextual de estos procedimientos para emitir opiniones o hacer sugerencias de que se debe hacer. No puede estar a merced de la ignorancia.

En los últimos días hemos conocido expresiones de influencers que resultan por demás disparatadas. Hay quienes dicen que saben toda la verdad y sueltan parte de ella en sus publicaciones. Lo que constituye otro delito si no lo hacen ante una autoridad competente. Ya que este tipo de declaraciones no son para ser ventiladas públicamente sino dentro de los cauces legales del proceso. Lo más inverosímil e insulto a la inteligencia es la teoría de otra “experta” que afirma que no existió el caso, que la chica Debanhi es mentira y que hasta los padres no se llaman como lo han dado a conocer a los demás, a nivel nacional e internacional.

¿Les debemos dar crédito a esas publicaciones?

Un reportero “tradicional” no emite opiniones. Solamente reseña la crónica de los hechos como los procesos o diligencias. Tampoco busca intervenir más allá de la difusión del acontecimiento noticioso.

Habrá quienes puedan opinar con más detalle sobre la situación. Esto requiere contar con las cartas credenciales que acrediten la preparación de la persona emisora para que se tenga valor en sus dichos. No es opinar por opinar.

Lamentablemente el mundo de la tecnología nos ha traído al debate nacional a muchos influencers y momentos virales que no aportan mucho al entendimiento de la realidad, pero que como se vuelven populares, vulneran el derecho de contar con información de calidad para valorar lo que pasa en la sociedad.

 

 

 


Espero que esta publicación sea de tu interés. Me gustaría seguir en contacto contigo. Por lo cual te dejo mis principales redes para dialogar y comentar los temas de interés para la sociedad y nosotros.