Más de un millón de personas del sur de Madagascar, azotado por la sequía, se están beneficiando de iniciativas de desarrollo complementarias de las Naciones Unidas. El Coordinador Residente de la ONU en el país, Issa Sanogo, explica cómo se están coordinando para tener un mayor impacto.

 

Desde mi llegada a Madagascar como Coordinador Residente de la ONU, a finales de 2020, el país se ha visto azotado por ciclones sin precedentes y ha experimentado la sequía más grave de los últimos 40 años.

Junto con otros fenómenos meteorológicos extremos, la sequía provocó hambre generalizada y empujó a miles de personas a condiciones casi similares a la hambruna. En el sur del país, donde la tierra es árida y los hogares dependen más de la agricultura de secano, el problema de la desnutrición es especialmente grave. 

Los cultivos no sólo sufren por la falta de agua, sino también por los fuertes vientos que arrasan la fértil capa superficial del suelo. En estas condiciones, las comunidades tienen dificultades para cultivar alimentos básicos, como el maíz.

Mejorar la nutrición

El año pasado, gracias a unas precipitaciones relativamente suficientes y al aumento de la ayuda humanitaria de nuestro equipo de las Naciones Unidas y de otros socios, la seguridad alimentaria y la nutrición mejoraron en el sur de Madagascar. Nuestra respuesta humanitaria llegó a cerca de 1,1 millones de personas en las áreas de nutrición, seguridad alimentaria y medios de subsistencia, agua, saneamiento e higiene, educación, salud y protección, y transferencias de efectivo. 

En 2022, ningún distrito fue clasificado en situación de emergencia nutricional, frente a los cinco distritos del año anterior. Sin embargo, para acelerar la recuperación de la sequía y hacer frente a sus efectos a largo plazo en toda la región se necesita algo más que ayuda de emergencia.

Por eso, junto con los esfuerzos humanitarios en curso, nuestro equipo de las Naciones Unidas en el país ha estado trabajando para ayudar a las comunidades de toda la región a aumentar su resiliencia ante los efectos de las sequías y a prepararse para futuras crisis climáticas.

La Oficina del Coordinador Residente ha desempeñado un papel clave en la promoción de una mayor integración de las intervenciones de los organismos, contribuyendo a aumentar las sinergias e impulsar el impacto de nuestra cooperación.

En abril visité la región para comprobar sobre el terreno el impacto de nuestros esfuerzos conjuntos en las comunidades. He aquí lo que está funcionando:

La prevención es clave

En un centro de distribución de alimentos de Maroalimpoty, gestionado por el Programa Mundial de Alimentos (PMA), pude comprobar lo importantes que son las medidas integradas de prevención para atajar el problema de la malnutrición. Además de realizar distribuciones generales de alimentos para cubrir las necesidades alimentarias inmediatas de las familias más vulnerables de la zona, el PMA utiliza el mismo lugar para realizar revisiones y sesiones de apoyo nutricional y concienciación dirigidas a niños y mujeres embarazadas y lactantes.

En una comuna vecina, visité un centro de salud integrado donde el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) había formado a enfermeras para examinar a los niños en busca de malnutrición. El centro ofrece un paquete completo de intervenciones nutricionales de alto impacto y, con el apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), lleva a cabo actividades preventivas, terapéuticas y de promoción de otras cuestiones sanitarias, que benefician a toda la comunidad.

En una escuela cercana, UNICEF colaboró con el Gobierno y el sector privado para instalar un sistema de desalinización de agua mediante energía solar que suministra agua potable al centro de salud integrado, la escuela y el resto de la comunidad. El PMA trabaja en la misma escuela con su programa de alimentación, que fomenta la asistencia y el rendimiento escolar, dos medidas de prevención fundamentales.

Comer con dignidad

En la misma comuna, dos intervenciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) están ayudando a aumentar la capacidad de los hogares vulnerables mediante prácticas agrícolas sostenibles.

Gracias a estas intervenciones, las asociaciones de agricultores de la comuna recibieron semillas resistentes a la sequía, herramientas y formación sobre prácticas agrícolas climáticamente inteligentes. Además, un sistema de riego gota a gota alimentado por energía solar, desarrollado por la FAO, proporciona acceso al agua durante todo el año, lo que permite a los hogares cultivar lo suficiente para su propio consumo y un excedente para vender en el mercado local y conservar como semillas.

Algunos hogares que conocí en la comuna dijeron que durante el punto álgido de la crisis a veces sólo tenían cactus como comida diaria, pero ahora, gracias a unos cultivos más fuertes, tienen suficiente para comer “con dignidad” y pueden permitirse incluso dos comidas al día.

Para Madame Nativité, una viuda con dos hijos gravemente afectada por la sequía, las semillas y la pequeña cantidad de dinero en efectivo que recibió del programa le están ayudando a volver a ponerse en pie y a enviar a sus hijos a la escuela.

En la misma zona, vi cómo un proyecto dirigido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) adoptaba soluciones sencillas para estabilizar las dunas costeras y proteger los cultivos del polvo y las tormentas de arena, conocidas localmente como tiomena. Mediante la plantación de tres tipos de flora para disminuir el impacto del viento y retener la humedad del suelo, este proyecto ha ayudado a las comunidades a cultivar cosechas comerciales en campos antes perdidos por la arena.

La colaboración aumenta la resiliencia

Los organismos están colaborando de otras maneras para crear resiliencia económica, lo que conduce a mejores resultados en materia de nutrición y seguridad alimentaria. Por ejemplo, en la cooperativa de desarrollo integrado que visitamos, el PNUD está proporcionando formación y equipos para modernizar el cultivo y procesamiento de la planta de sisal para producir artesanías para vender.

En el mismo lugar, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el PMA han proporcionado a los miembros de la cooperativa herramientas y conocimientos para procesar otras plantas y convertirlas en productos no perecederos, como el uso de mandioca para producir harina, la elaboración de mermelada a partir de cactus y jabón orgánico con aloe vera, cactus u otros extractos. 

Hablando con uno de los miembros de la asociación, quedó claro que, sobre todo durante la estación seca, estas artesanías proporcionan a las familias de la región una fuente de ingresos adicional y estable.

Con una visión de desarrollo a más largo plazo, la ecoagricultura apoyada por el FIDA pretende superar los problemas crónicos relacionados con la sequía y el cambio climático mediante la adopción a gran escala de prácticas mejoradas de adaptación al cambio climático.

En nuestra última parada, visitamos la remota aldea de Anjamahavelo, donde el PMA estableció un centro de energía solar, conectividad y una fuente de agua sostenible que estaba siendo mejorada por UNICEF. En este lugar, las entidades de la ONU y sus socios están colaborando para alimentar un sistema de riego por goteo destinado a mejorar la producción agrícola y proporcionar una serie de servicios comunitarios integrados como un aula digital y un centro de formación para mujeres y jóvenes.

Los centros solares tienen el potencial de suministrar electricidad a la escuela de la comunidad y a otras estructuras, así como de ofrecer oportunidades empresariales para diversificar los medios de subsistencia y ayudar a las comunidades a resistir futuras crisis climáticas.

Las comunidades del sur de Madagascar tienen ante sí retos de enormes proporciones, pero también estoy convencido de que nuestro enfoque cada vez más integrado es nuestra mejor respuesta a los problemas multidimensionales de la malnutrición y la inseguridad alimentaria.

De forma aislada, estas intervenciones, que van desde la distribución de alimentos y el tratamiento de la malnutrición aguda grave hasta la adopción de prácticas agrícolas de adaptación al cambio climático y la generación de energía sostenible, tendrían un impacto positivo, aunque limitado. Sin embargo, al trabajar juntos y crear sinergias en todo el equipo de las Naciones Unidas en el país, estamos obteniendo resultados más duraderos y proporcionando a las comunidades de toda la región las herramientas que necesitan para recuperarse con resiliencia.

El Coordinador Residente de las Naciones Unidas

  • El Coordinador Residente de las Naciones Unidas, a veces llamado CR, es el representante de más alto rango del sistema de desarrollo de las Naciones Unidas a nivel nacional.
  • En esta serie ocasional, Noticias ONU invita a los Coordinadores Residentes a crear un blog sobre temas importantes para las Naciones Unidas y el país en el que prestan servicio.
  • Más información sobre el trabajo de la ONU en Madagascar aquí.

 

 

 

Boletín de prensa de la ONU


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