Fue organizado por el Museo Legislativo y el Espacio Cultural San Lázaro

  

La Secretaría General, a través del Museo Legislativo y el Espacio Cultural San Lázaro, este último dirigido por Ismael Carvallo Robledo, continuó con las “Jornadas Villistas”, en esta ocasión se realizó la tertulia denominada “El cómic de la Revolución mexicana”, a fin de activar la discusión y recuperar distintas perspectivas de la figura de Francisco Villa.

 

Durante la tertulia, Carvallo Robledo consideró que “la clave de los cómics es que mediante exposiciones gráficas de una calidad indiscutible cumplen una función verdaderamente importante, porque comunican a todo el público las ideas y planteamientos abstractos e históricos de una manera sencilla, para que la gente lo entienda y se configure el sentido común”, explicó.

 

Apuntó que Villa es un modelo de masculinidad porque era un hombre valiente por su firmeza y arrojo que, por eso, construyó e hizo la Revolución, al tener la capacidad de incorporarse a un proyecto político que iba más allá de él. Esa violencia, que era necesaria fue incorporada a un procedimiento revolucionario y a una lucha armada.

 

Cuestionó que se siga criticando a Pancho Villa y se le homenajee queriendo reducirlo a su carácter de bandido, pes esa es una incomprensión de la historia. Incluso, refirió que esa figura es fascinante porque supone la complejidad de la acción política en un proceso revolucionario.

 

En su participación, Miguel Ángel Rosas, maestro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de México, comentó que la década de los sesenta del siglo pasado es crucial porque Pancho Villa se incorpora y se construye como un héroe, ya como un personaje consolidado en la historia a través incluso del cómic.

 

Al Centauro del Norte se le ve como bandido o héroe, donde la literatura o lo borra o lo hace visible. Incluso, dijo que hay un Francisco Villa ruso, reflejando cómo Rusia toma la figura del general y hace uso de su imagen.

 

Habló de la caricatura crítica vinculada al periodismo, donde se enmarca la figura del Centauro del Norte y mediante este enfoque se construyen historias a partir de las ausencias. Otro tipo de caricatura que se desdibuja en las décadas de los sesenta y setentas, oficializa el recurso del cómic para presentar una historia rosa, donde no hay crítica.

 

Cómic permitió a la ciudanía conocer a Francisco Villa

 

Francisco Ignacio Villa Betancourt, nieto de Francisco Villa, relató que a finales de la década de los cincuenta y principios de los sesenta, las editoriales encontraron en el cómic una vía para sociabilizar la imagen de Francisco Villa, con la emisión de títulos como “Francisco Villa y sus halcones”, “Francisco Villa y la Adelita” “Francisco Villa y el Tren”, entre otros, donde se destacaba su gallardía y se difundían pasajes históricos de este personaje.

 

En este modelo de comunicación se transmitió no sólo la personalidad de este prócer de la nación, sino al movimiento armado que encabezó durante la Revolución Mexicana. Abundó que su valentía fue replicada y puesta como ejemplo en otros ejércitos, debido a su ímpetu y el valor que les infundía a sus tropas.

 

Mencionó que para que el gobierno reconociera a Francisco Villa tuvieron que pasar más de 50 años después de su muerte, ya que antes de ello no se podía hablar de él, porque era considerado un bandido, pero, subrayó, en realidad nunca se vio el contexto histórico del movimiento armado, donde los personajes más importantes no fueron militares propiamente dichos, sino eran de diferentes oficios.

 

La imagen del General Villa vende

 

Leopoldo Becerra Ramírez, caricaturista e ilustrador expuso que hace 58 años, mediante los trazos del cómic logró dar a conocer episodios cotidianos y pocos conocidos de Francisco Villa, con el propósito de que las y los mexicanos profundizarán su conocimiento respecto a Francisco Villa.

 

Destacó que la imagen del General Villa vende, la muestra es que se difunden tanto verdades como mentirás, convirtiéndolo en un mito que ha motivado a personas y movimientos guerrilleros de otros continentes.

 

Lamentó que se terminará la historieta en México, porque los editores no tuvieron conciencia de que eran comunicadores sociales y sólo les importó el factor económico; por eso se mostraba al general Francisco Villa con una “chamaca enseñando el físico”.

 

 

 

 

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