Uno de los campos formativos de la propuesta de la Cuarta Transformación para la educación lleva por nombre conceptual “saberes y pensamiento científico”. Si nos vamos a una lógica de análisis del discurso lingüístico, la oración anterior pondera los saberes en un primer lugar y desplaza el pensamiento científico en una segunda posición.

¿Qué es un saber?

Es muy claro que los humanos solo tenemos dos mecanismos profundos para obtener información del mundo exterior. Por un lado, el código genético que nos proporciona los datos que por naturaleza recibimos de nuestros ancestros y que definen muchos aspectos biológicos y de carácter que nos definen como personas.

Por otro lado, nuestro cerebro que con la capacidad de razonamiento nos permite con los sentidos darnos cuenta de lo que nos rodea, lo adquiere y procesa en unidades de entendimiento que configuran una percepción de la realidad.

A lo largo de la evolución humana se han dado muchas formas de interpretar esa percepción de la realidad. Un saber, se puede entender como un conjunto de conocimientos, adquiridos mediante el estudio o la experiencia, sobre alguna materia, ciencia o arte.

Los conocimientos pueden ser de diferentes tipos. Se podría decir que las primeras formas de percepción de la realidad fueron fantasiosas y míticas, para después transformarse en explicaciones religiosas que fueron superadas después con el desarrollo de la filosofía.

A partir del siglo XV dichas concepciones fueron superadas por el pensamiento científico, que se considera objetivo, racional, demostrable y verificable, que es sistemático y metódico, por lo cual se logra la precisión en la interpretación de la realidad.

En la defensa de la propuesta pedagógica se ha enfatizado mucho, como argumento de la supresión de la dominación eurocentrista, que es necesario regresar a los conocimientos y experiencias de los pueblos originarios.

No hay duda sobre la importancia de la revalorización de la identidad cultural y el reconocimiento de los aportes de las culturas ancestrales, que definen elementos que nos hacen únicos desde nuestro lenguaje, como en muchos usos y costumbres.

Pero, así como el conocimiento ha ido evolucionado a lo largo de la historia, no podemos negar que nuestra identidad también ha avanzado en el tiempo para incorporar elementos culturales de los pueblos originarios y las aportaciones que han nacido y consolidado de influencias que son históricas como la colonia y en tiempos recientes la globalización e interconectividad.

Sin embargo, debe ser el pensamiento científico lo que nos ayude a encontrar un equilibrio en la generación del conocimiento. Sin duda, es esencial dentro de este ámbito la reflexión intelectual y la postura crítica que ayuda a un cuestionamiento de la realidad.

En la propuesta curricular de la Cuarta Transformación quiere fomentar más una identidad cultural ancestral y no moderna que ayude a vencer los obstáculos heredados desde las posturas ancestrales como también de los “errores” de nuestro presente para la construcción de un mejor futuro.

 

 

 

Boletín de prensa


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