Montevideo, 3 dic (EFE).- La inteligencia artificial (IA) difícilmente se vuelva una “amenaza” para la ilustración “si hay una dimensión de pensamiento y creación personal”, asegura el portugués André Letria, quien cree que hoy hay “demasiadas imágenes” pero “casi nadie” las mira con detenimiento y reflexión.

La antes impensada posibilidad de que, con una oración descriptiva como comando, una herramienta de IA cree en segundos un jardín idílico, una ciudad de tintes distópicos o casi todo lo que imagine quien la emplea, ha despertado preocupación en el terreno del arte.

A lo que, con las huelgas de guionistas y actores de Hollywood en la primera plana, artistas de todo el mundo han empezado a interiorizarse sobre los riesgos, la ilustración no es ajena al debate.

Una delgada línea

De visita en Uruguay como jurado invitado del IX Premio Nacional de Ilustración -en cuyas bases se indicó a los participantes detallar si habían utilizado “algún programa de IA”-, André Letria señala a EFE que reconoce que la irrupción de la IA impacta distinto en el lado “técnico” y el “creativo” del rubro.

“Si hablamos de un trabajo más técnico de ilustradores que hacen cosas para publicidad o para cine, trabajando con storyboards, sí puede existir un peligro más grande, porque ahí es más fácil sustituir lo que hacen”, indica.

En cambio, el trabajo “más artístico” o de autor es “muy difícil de sustituir” por la IA, como, dice, vio durante el taller que brindó a ilustradores locales en Montevideo, pues “lo que hacen será siempre muy difícil de copiar o de recrear porque tiene mucho que ver con experiencias o universos personales”.

“Si hay una dimensión de pensamiento, de creación personal, será siempre muy difícil de imaginar a la inteligencia artificial como un problema o una amenaza”, opina, aunque matiza que sí la es a futuro, en tanto cambia constantemente y, con más competencias creativas, puede volverse más desafiante.

Para el artista e hijo del escritor y músico José Jorge Letria, además, los ilustradores están “un poco luchando” contra la IA y la evolución tecnológica en su intento por que observadores bombardeados de imágenes “paren” y miren con atención, pues su trabajo “tiene la función de transformar la realidad diciendo algo desde su lenguaje”.

“Una cosa que me preocupa mucho es que hay demasiadas imágenes pero casi nadie sabe cómo mirarlas. En Instagram miramos una imagen por segundos, no estamos intentando comprender lo que está ahí y eso me hace pensar cómo es cada vez más importante el trabajo que los ilustradores hacen”, expresa Letria.

De historias y equilibrios

Fundada en 2010, la editorial Pato Lógico es el proyecto permanente y a la vez de “supervivencia” del portugués, quien, tras años de proyectos con poco éxito de ventas, cosechó con este proyecto, que, acota, ya es “internacional”, una comunidad de lectores que trasciende Europa y crece en América y Asia.

Si bien explica que en Portugal, como en Uruguay, el mercado es “pequeño”, la Feria del Libro Infantil de Bolonia fue clave para que Pato Lógico llegara lejos con títulos como “Si yo fuese un libro”, creado por Letria y su padre y ya traducido a 20 lenguas.

Con experiencia en varios frentes, pues diseñó escenografía teatral y trabajó también en animación, el portugués dice que lo que más le gusta es “trabajar con libros” pero que su pasión siempre ha sido la de “contar historias”, sea desde lo escrito por otros o propias.

“Muchas veces trabajo para historias que ya existen pero también hago cosas mías, historias visuales que se cuentan sin texto y lo que me interesa es esa conexión entre dos lenguajes, texto e imagen, que se tiene que transformar en una sola, eso es lo que me fascina más”, resalta.

A lo que revela que su taller en Uruguay giró en torno a crear una historia visual con la base de un texto preexistente, Letria explica que ilustrar un texto supone “un equilibrio difícil” porque se trata de contar “con imágenes” algo que “no se puede sobreponer o repetir lo que texto ya propone” pero que debe “dar sentido” y completar la historia.

Por otro lado, preguntado sobre los temas de los libros de Pato Lógico, orientada al mercado de libros infantiles, Letria puntualiza que no se parece al resto de esa “categoría” porque rompe con la premisa de que niños y adolescentes no pueden leer un libro de “colores sombríos”, con violencia o “ambientes que te dan miedo”.

“Lo que hacemos es contrariar eso, hacer libros como ‘La guerra’, que mucha gente puede pensar ‘eso no puede ser para niños porque es muy oscuro’ (…) y es un nivel de protección que no les hace bien, les cierra una parte de la realidad que va a va a llegar tarde o temprano y si llega sin preparación va a ser peor”, subraya.

Es que, redondea, los libros de su editorial, que crea material para cursos y trabaja con jóvenes y niños en escuelas y bibliotecas dentro y fuera de Portugal, son “un poco diferentes” en tanto, con historias de tintes sombríos, enigmáticos o alegres, están hechos “para todos”.

 

 

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