París, 14 abr (EFE).- Las llamas que iluminaron la noche parisiense llegaron a todos los hogares del mundo en forma de emoción y tristeza. Notre Dame, la más icónica de las catedrales góticas del mundo, ardía en directo y creaba un sentimiento global de emoción y solidaridad.
Cinco años después de aquel 15 de abril de 2019, el templo recobra poco a poco su aspecto inicial, siguiendo las directrices lanzadas por el presidente, Emmanuel Macron, que puso sobre la mesa una apuesta: reabrir un lustro después del desastre.
“Gracias a la movilización de todos estamos haciendo real el desafío, que podía parecer una locura, de reabrir la catedral en 2024”, asegura a EFE Maryline Guiry, directora del organismo que coordina las obras de restauración.
La fecha fijada en el calendario es el 8 de diciembre, día de la Inmaculada, una jornada que culminará un año especial en Francia, marcada por los Juegos Olímpicos, pero también por el 80 aniversario del desembarco de Normandía durante la Segunda Guerra Mundial.
Esos dos eventos, junto a la reapertura de Notre Dame, están siendo utilizados por Macron para crear un sentimiento de unidad en el país frente a la división política.
Religión y política
“Una de las grandezas de Notre Dame es que ha sobrevivido a todos los regímenes y siempre ha estado vinculada al Estado”, señala a EFE el historiador Mathieu Lours, autor del libro ‘Las catedrales en el mundo’.
La de París tiene, a su juicio, una simbología especial porque desde su construcción ha marcado tendencia y ha sido el reflejo del poder de la iglesia francesa y del país.
Por eso también ha sido desde hace siglos una enseña de la ciudad y también por eso su incendio tuvo una mayor repercusión en todo el mundo y creó una profunda emoción entre los católicos pero también entre los no creyentes, afirma a EFE Maryvonne de Saint Pulgent, que durante años estuvo al frente de la dirección nacional de monumentos de Francia y que es autora del ensayo ‘La gloria de Notre Dame, la fe y el poder’.
“Las imágenes de las llamas en la noche hicieron que pareciera que asistíamos a una película”, rememora.
Desde su creación en el siglo XII, Notre Dame, que se elevó un 50 % más que el mayor templo gótico construido hasta entonces, ha acaparado atención.
Su celebridad se multiplicó cuando Victor Hugo le dedicó una novela, retomada en el cine y en musicales y que la convirtió “en un personaje contemporáneo”, explica Saint Pulgent.
La épica que le faltaba
El incendio de 2019 le dio esa parte de épica que le faltaba, porque en 800 años de historia la catedral de París había quedado a salvo de esa epidemia de llamas que ha afectando a buena parte de sus hermanas góticas en todo el mundo.
“Era una catedral demasiado feliz y superar este desafío la convierte en más tierna, más gloriosa”, explica la experta.
Mientras las llamas ponían en jaque el futuro del templo, un oleada de solidaridad se abrió camino en todo el mundo. Casi 400.000 donantes permitieron amasar 850 millones de euros para afrontar la restauración.
“Es como si todo el mundo sintiera que iba a contribuir en la restauración del templo”, recuerda Saint Pulgent.
Lours asistió “in situ” a la tragedia, en la que se repitió el mismo esquema que tantas veces ha visto relatado en sus estudios sobre catedrales: “la velocidad con la que se propagan las llamas, la debacle de la aguja, las oraciones de los fieles,…”
Tras un primer momento en el que se especuló con una reconstrucción contemporánea, Macron optó finalmente por restaurarla de la forma más idéntica posible a la que ardió aquel día.
En cinco años, los artesanos de todo el país han permitido al templo recuperar su cubierta de madera, para la que se han talado cientos de robles de todo el país imitando las técnicas medievales.
Ya solo queda una pequeña parte abierta al cielo, la del crucero, por donde un impresionante andamiaje asciende desde el suelo para sujetar la aguja, que vuelve a reinar orgullosa en el cielo de la ciudad tal y como la concibió en el siglo XIX el célebre arquitecto Eugène Viollet-le-Duc.
“Lo esencial de las obras está ya hecho”, señala Guiry, que promete que Notre Dame recuperará su aspecto anterior en el exterior pero será “más esplendorosa” en el interior, porque “tendrá una piedra clara que reflejará una luz extraordinaria”.
No será la única ventaja que la catedral sacará de la tragedia. Lours asegura que Notre Dame estaba “algo abandonada” y que se ha dado un salto de 20 años en su restauración.
En la misma, señala Saint Pulgent, los arqueólogos han aprendido técnicas medievales que se ocultaban tras los muros, mientras que Guiry afirma que el templo contará con un moderno sistema anti incendios y mejoras en otros aspectos.
De la impresionante solidaridad que levantó el incendio aun queda dinero en las arcas de los restuaradores, aunque Saint Pulgent duda que sea suficiente para abordar las siguientes etapas, como afianzar los arbotantes y otros elementos decorativos exteriores.
Esa fase quedará para después de que la catedral reabra sus puertas mostrando orgullosa que fue creada para trascender al tiempo.
Luis Miguel Pascual
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