No hay plazo que no se cumpla. Estamos prácticamente en el último tercio y cierre de la campaña electoral que nos conduce al 1º de primero de julio cuando los mexicanos tendremos que ejercer el derecho de voto. Una situación incontrovertible e irreversible para el día de hoy es que no existe duda de un triunfo de Andrés Manuel López Obrador.

Esto en el contexto de una sociedad mexicana que se siente lastimada por la ineficiencia de la clase política y de las autoridades actuales para defender y resolver los grandes rezagos y económicos que vulneran la capacidad de desarrollo y crecimiento en México. Se debe aceptar que no es posiblemente López Obrador la mejor solución; pero se convierte en una alternativa viable ante la carencia de una oferta política de los partidos.

¿Qué será lo que sigue en esta disyuntiva división política?

México no puede quedar rezagado ni dividido por la situación política que polariza ni del fanatismo político que es ajeno al respeto de los valores de la democracia ante la gran diversidad cultural y el pluralismo político característico de nuestro país. La democracia no puede ser rehén de grupos políticos y de los intereses particulares por encima de fin común justicia social y el bienestar de todos los mexicanos sin excepción.

López Obrador puede ser un peligro para México, siempre y cuando, seamos los ciudadanos apáticos y no participemos activamente en los procesos de decisión política y social que consolida a la democracia. Lo más importante no es el cargo de presidente de la república. Lo fundamental es el compromiso todos los ciudadanos en la exigencia de que ahora se cumpla con programas de desarrollo social que permita disminuir las brechas sociales y las carencias económicas, sin menoscabo de los derechos ni de las leyes ni del Estado de Derecho.

No es un solo un hombre cómo se va a salvar al país. No es con un solo hombre cómo se extinguirá la corrupción en el sistema político. Tampoco será un hombre la fuerza suficiente para encabezar una cruzada en favor del crecimiento y desarrollo de México. Es necesario encontrar la coincidencia entre todas las fuerzas, en los diversos sectores sociales y grupos de presión social.

Hoy más que nunca. Ante el hartazgo social y la incapacidad del sistema político de entender, analizar, escuchar y resolver, los ciudadanos debemos tomar control de los procesos de decisión política.

Si no hacemos, entonces el arribo cualquiera de los candidatos que ahora compiten será un peligro para México. Porque el verdadero peligro para México es la apatía de una sociedad mexicana conformista que acepta mejor cerrar los ojos y dejar que los mismos corruptos sigan aprovechándose de los recursos, enriqueciéndose en detrimento de las posibilidades reales de crecimiento y desarrollo.

No es un camino fácil porque se requiere cambiar la mentalidad de un país.

Pero se puede intentar con el fortalecimiento institucional que fomente la recuperación de la confianza del ciudadano en sus autoridades, que se escuche las demandas de la calle, que se atienda las carencias sociales y se fortalezca líneas de acción directa para evitar la corrupción qué lástima la credibilidad institucional. Los mexicanos requerimos estabilidad social, seguridad pública, justicia social, fortalecimiento de la economía familiar, entre algunas de las demandas principales.

A Yucatán le tocará el último debate presidencial. Los ejercicios anteriores han dejado muchas dudas sobre la capacidad y el compromiso de los candidatos a la elección presidencial. Es claro que la lucha cada día encarnizada y el contraste entre los candidatos será mayor en la medida que se acerque el día de la culminación de la campaña.

Los mexicanos tenemos que elegir bien.


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