Solo puedo pensar, sin querer ofender, que en su percepción solo abunda
la molestia eterna, la ira persistente hacia el mundo y a sus
maravillas.

Todo lo anterior ha nacido al enterarme de las inconformidades
manifiestas de uno que otro que aún siendo expertos hoy señalan
aspectos muy banales observadas en el concierto y ejecución de Placido
Domingo en el concierto Las mil columnas.
Posiblemente voy a ser un lego, pero en definitiva, como para mucha
gente con una mayor voluntad el acontecimiento por sí mismo fue todo un
suceso espectacular, sin precedentes e histórico para Yucatán.
Que si salió el señor sin corbata o no, que se vio impreciso o no, que
si ensayo o no, que fue improvisado o no… lo más importante es que aún
con toda esa discusión quedo demostrado al mundo entero la grandeza y
majestuosidad del castillo de Chichen Itzá en un fondo que mejora
cualquier otro escenario en el mundo entero… ¿y saben qué?… aquí en
Yucatán.
Que fue una noche mágica de entrega total entre el tenor, el público
asistente y la historia y trascendencia maya ejemplificada en la
majestuosidad de las ruinas de los itzaés.
¿Por qué tanto afán de solo querer señalar lo negativo cuando hoy todo
el mundo habla del espectáculo que queda en la emoción y en el recuerdo?
En fin… no a todos los canta el pájaro en la mañana.

 


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