Otra persona, también me comentó el siguiente caso: recibió
una llamada de un supuesto pariente de Los Ángeles, USA, para solicitarle
hablar con la madre de ella y pedirle una cantidad de dinero depositado en una
cuenta bancaria por estar metido en un accidente y necesitar urgentemente el
dinero. Falso la existencia de dicho pariente.

En un medio de comunicación local, que no puedo precisar con
exactitud la referencia, escuché el otro día que hasta los anuncios de mascotas
perdidas están siendo la fuente de extorsión de delincuentes que se aprovechan
del sentimiento para llamar y solicitar una suma de dinero a cambio de dejar en
algún parque público al animal extraviado. Obviamente con engaño, ya que
después de hacer el depósito y llegar al parque, la mascota no aparece.

La facilidad que hay, en la poca verificación para la
comprobación de documentos oficiales que pueden fácilmente ser falsificados,
hoy es posible abrir una cuenta bancaria, hacer la extorsión, y desde los
sistemas de información de Internet monitorear los depósitos, para después de
confirmado éste, acudir a retirar el dinero inmediatamente en cualquier sucursal
en cualquier parte del país.

Sin duda debe haber un compromiso de las autoridades en la
investigación de estos incidentes. Lo malo es que para esto se requiere de la
pronta denuncia. La globalidad de información hoy permite hacer muchas cosas,
tan fáciles y accesibles para cualquiera, que hay quienes se han aprovechado de
esto para fines ajenos al respeto de los derechos de los demás. En días
próximos iniciará la posibilidad de hacer transacciones bancarias por celular,
lo que sin duda, esto no pasará desapercibido para los extorsionadores y exigir
más prontitud en la respuesta para el pago de un rescate.

Sin ser especialista, es importante que tengamos que irnos a
acostumbrarnos a ciertas medidas familiares que nos garanticen mejores
condiciones para todos nuestros seres queridos. Implica estar más pendientes de
los movimientos y la ubicación en donde nos encontremos para ser fácilmente
localizables en caso de una emergencia desagradable. Compartir con los demás
los teléfonos celulares de conocidos y amigos frecuentes y habituales con los
que convivimos en el trabajo, escuela, centros de diversión, etc.

Podría parecer un absurdo, pero valdría la pena contar con
alguna contraseña familiar, para que caso de sufrir del primer caso descrito,
sea más sencillo identificar a quienes están detrás de la línea telefónica y no
caer en la extorsión.

 

 


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