1994 fue un año muy intenso para la vida política de México. No en balde se afirma que hace 20 años se dio un giro muy importante para la vida política, económica y social de México.

Inició el año con la violencia en Chiapas. Un movimiento insurgente de reivindicación de los derechos indígenas enmarcado en la evolución de la economía y sociedad global. Surge el personaje de subcomandante Marcos que con el rostro cubierto por un pasamontaña lanzaba una proclama de guerra contra el Estado Mexicano.

Justo en el momento que el país entraba al mercado global con el inicio de vigencia del Tratado de Libre Comercio del Norte con los países USA y Canadá. Un bloque que responde a la necesidad de proteger al mercado ante la inminencia y consolidación de la Unión Europea.

Fue el ejemplo de la contradicción social. Por un lado la necesidad de México de entrar al mundo comercial moderno; mientras que las injusticias sociales de sectores abandonados, sumergidos en la falta de oportunidades y en la pobreza extrema conforman un grupo de verdaderos “jodidos” del sistema político, social y económico. Se remarcan las diferencias que explotaron en un año electoral donde se jugaba el destino con tres fuerzas en disputa: por un lado un sistema hegemónico y vertical que llevaba muchos años en el poder, el surgimiento de una clase empresarial que se había cansado de esperar por resultados y pedía participar activamente en las decisiones importantes del país, y por último, de una fuerza que escindida de la primera que mantenía un discurso político de justicia social enmarcados con ideologías de marcada tendencia izquierdista.

El 6 de marzo de 1994 se da un rompimiento en la primera fuerza. En la figura de Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional, ante el majestuoso Monumento a la Revolución con motivo del LXV aniversario de ese instituto político, expresó

“Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales”

Pero fueron después las balas de un asesino en Lomas Taurinas en Tijuana, las que una tarde 18 días después, frustraron un compromiso de cambio, de transformación. Fue un asesino solitario con la motivación de un sistema político que aún no estaba listo para la crítica, el cambio y la transformación.

México no sería ya igual. La sociedad mexicana después del shock derivado de los trágicos acontecimientos mantuvo a ese sistema una vez más en el gobierno. Pero los cambios empezaron a ser claramente demandados.

Tiempo después logró llegar la oposición al gobierno. Esa segunda fuerza política del 1994 escaló a la máxima magistratura en la presidencia de la república. Se hablaron de muchos cambios, de reformas estructurales. Se hicieron programas, foros de debate, consultas a intelectuales. Mucho esfuerzo sin que realmente se logrará a aterrizar en acciones concretas y legislativas. Por lo cual se contabilizan 20 años de inacción política compartidos por el último reducto del poder del sistema antiguo y consolidados por los nuevos gobiernos de oposición.

Quien quiera hoy entender México no es posible si se olvidan los hechos de 1994, causas y efectos, la problemática, los hechos, decisiones y acciones. La historia política se critica con fundamento a 20 años como mínimo considerando desde el hecho hasta el contexto de donde se deriva.

Hoy a 2014, a 20 años de aquellos hechos que no se ven tan lejanos para quienes los vivieron con toda la intensidad, debemos hacer una profunda reflexión de dónde estábamos en aquel tiempo y cómo estamos hoy en día. Tal vez así podamos generar un criterio más fundamentado en cuanto entender la realidad de hoy.

Porque somos producto de la historia. Porque existe una conciencia colectiva y social. Como país nos sorprendió lo que pasó hace 20 años. Para algunos existió dolor e incertidumbre ante el camino incierto y escabroso que se avecinaba. Pero aún con la crisis del 1994 el país continuo su paso por la historia.

salinas-colosioEl camino hacia la consolidación de la democracia no ha sido fácil. En momentos ha tenido un tamiz sangriento como sucedió hace 20 años. Lo importante a destacar es que aún con todos esos problemas sociales y la crisis económica que igualmente nos pegó duramente en ese año, es que hemos logrado avanzar y salir adelante, aún con todas las dificultades y rezagos que agobian.

Es por ello que debemos afinar nuestro paso. No permitir que la desidia y la inacción continúe abonando al sentimiento de fracaso.

La clase política debería de asumir un papel más protagónico en el análisis de la realidad, propuesta y compromiso de acción para atender las demandas y reclamos ciudadanos.

Hoy se ha entendido así.


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