becasuniversitariaHace poco tiempo se reconocía solo una forma de inteligencia humana, aquella que era capaz de resolver problemas, que podía ser medida, y al final, todos somos tasados de la misma. La realidad es que somos diferentes, algunos si tienen una forma de entender, comprender e interpretar más fácilmente las matemáticas, otros los campos de las ciencias sociales, algunos más las naturales. Hay quienes son destacan en el deporte, en la danza, la música. No faltan quienes lo hacen en la sociedad por medio del esfuerzo continuo e interacción social para atender problemas y canalizarlos hacia las instancias y soluciones posibles. Es el campo de las múltiples inteligencias donde todos somos diferentes, ya que cada quien tiene una propia forma talentosa de hacer destacar la inteligencia personal.

Hace más de 20 años los jóvenes preparatorianos que aspiraban a una buena educación superior profesional tenía en la Universidad Autónoma de Yucatán más que una opción sino una auténtica alternativa de vida. La lucha por encontrar el lugar en la “alma mater de Yucatán” significaba un empleo seguro. Era la única instancia educativa, por lo cual no había comparación. Ser universitario egresado era un estado social que venía acompañado de honor y respetabilidad.

Hoy en día las cosas parecen cambiar drásticamente. En los últimos 20 años hemos visto un boom en opciones universitarias privadas con muchas opciones y alternativas para los jóvenes que egresan de las preparatorias. Cada una con una mística propia, con visiones educativas, propuestas de estudio e infraestructura interesantes y atractivos desde el punto de vista mercadotécnico. Aunque tampoco han faltado versiones lite de instituciones de prestigio que le entran a un mercado ávido de ansías de superación profesional.

Lo más interesante es la vinculación con el sector privado, al fin y al cabo, empleador de las nuevas generaciones de profesionales. Por el interés económico utilitario que se busca en la escuela privada el bombardeo publicitario ya resulta agobiante para el joven que debe escoger una alternativa educativa ante tanta oferta.

Hay alumnos preuniversitarios que buscan el tiro seguro. Sin dejar de tener la mirada en la UADY acuden a otras instituciones a competir también por un lugar en el proceso de selección. De tal manera que sin importar se gane en uno o se pierda en otro, lo importante es asegurar un lugar. Si la opción era UADY y es la que se logra el pase de entrada por vía examen, la encomienda ya se cumplió. De lo contrario, no importa ya no entrar a la UADY sino estar en una carrera profesional aunque sea en una institución privada.

Si algo es muy cierto que no todos los que presentan ya tienen un lugar asegurado en la UADY: La comparación entre lugares disponibles y aspirantes es demasiado desproporcional. Como dice el refrán bíblico “muchos son los llamados, pocos los elegidos” se convierte en una cruda realidad. Muchos de los se quedan en el camino no logran posteriormente contar con una educación universitaria al no contar con los recursos económicos que implica inscribirse a una institución privada.

He podido, a lo largo de varios años en la docencia en educación media superior, vivir el proceso de decepción y frustración que hay en estudiantes que aún teniendo capacidad y talento para un campo determinado de estudio o poseedores de talentos que igualmente pueden desde ese frente afrontar el reto de estudiar en la universidad, al final por un examen ven truncados sus posibilidades de éxito al depender única y exclusivamente del resultado de un examen intelectual.

¿Se puede hacer algo por ellos? Es decir, por quiénes demuestran que tiene talento y comprobada capacidad para continuar con estudios.

Si algo están fallando desde la UADY hasta instituciones privadas es que no tienen un programa para cazar a los alumnos talentosos para ofrecerles becas para quienes están desarrollando talentos  sociales o artísticos. Algunas lo hacen en deportes con la beca deportiva, pero muy pocas se enfocan a realmente explorar a la generación venidera de quienes son talentosos para ganarlos y ofrecerles una educación integral, que al final les deje más que una satisfacción sino también nombre y prestigio.

Un caso extremo se encuentra en la misma UADY. Más curioso e irónico resulta que dicha casa de estudios organice concursos de química y matemáticas por medio de las facultades relacionadas con esas disciplinas científicas, que permita el desarrollo de estudiantes que demuestran capacidad de estudio, compromiso personal y ansías de triunfo para el estudio. Pero al final, si éstos quieren entrar a la UADY de nada servirá ese camino recorrido ya que dependerá única y exclusivamente de la calificación del examen de Ceneval el que dará el pase o no.

Se entiende que se busque equidad, justicia y democracia en la igualdad de oportunidades para entrar a la educación superior. Pero también hay que reconocer que es necesario buscar el talento y motivarlo a seguir adelante para sacarle el máximo provecho a la sociedad. Eso hace importantes universidades del mundo en otros países. Saben que en la medida de contar con los mejores estudiantes las posibilidades de consolidar programas de formación y estudio verán mejores frutos.

Eso sería invertir realmente en el mejor capital intelectual de la sociedad. Apoyar al joven que cuenta con la iniciativa, el compromiso evidenciado y comprobado de superación personal.

Las universidades con auténtico compromiso deben cambiar el sentido y dirección de sus programas de desarrollo institucional. No es posible que se queden rezagadas en novedosos esquemas de trabajo que fortalecen a la sociedad.


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