El pasado fin de semana, tuve la oportunidad de visitar el maravilloso pueblo de Valladolid, en el oriente de Yucatán. Con motivo de visitar a parientes que ahí radican se participó en las actividades conmemorativas del CCVIII aniversario del inicio de la independencia de México en la celebración del Grito y el posterior desfile cívico-militar en las principales calles del centro de tan importante ciudad.

Destaco la organización, civilidad y amabilidad del vallisoletano que propició un clima adecuado y seguro para disfrutar de la familia y los espacios conmemorativos. Mucho extranjero presente que igualmente se unía en las festividades con entusiasmo y sumo respeto a la actividad.

En el desfile, con la presencia de las escuelas, se pudo constatar que hay una dinámica de educación que conduce a un crecimiento social sostenible. Adecuado para responder a las demandas de las sociedad moderna y en constante evolución, abierta el mundo sin perder los valores tradicionales.

Caminar por las calles con las fachadas coloniales y algunas más modernas sin perder el estilo arquitectónico que define una unidad y homogeneidad, dan una sensación de caminar por el pasado y el presente de una sociedad que valora la evolución social de la comunidad.

¿Cuántas veces podemos los habitantes de la capital de Yucatán sentarse en una banca y disfrutar del buen ambiente, de la frescura de al noche y de la briza de los árboles?

Eso es la magia que aún se respira en pueblos como Valladolid y muchos otros en el interior del estado que igualmente nos reservan lo mejor para estar en contacto con nuestros seres queridos y disfrutar el ambiente, de la sana convivencia y el espacio seguro.

Sin embargo aún faltan áreas de oportunidad para mejorar. Tal es el caso de la mala aplicación de la política del VallaZoo, un zoológico ubicado en el libramiento de Valladolid que es muy agradable en la infraestructura y que nos permite conocer la flora y la fauna de la región.

De acuerdo al cartel informativo la cuota para entrar al mencionado zoológico es de 25 pesos para los que son oriundo de Valladolid y 50 para lo nacionales. Al entrar y ser responsables se pagó cuatro boletos de 50 pesos cuando se nos cuestionó nuestro origen y se manifestó que veníamos de Mérida, Yucatán. A menos de 10 minutos, a otro pariente se le cobró los 25 pesos como si fuesen habitantes de Valladolid, aún cuando presentaron credenciales oficiales de identificación que correspondían a Progreso, Yucatán.

Cuestionadas las señoritas que atienden el módulo de taquilla de esta discrepancia la justificación fue no acordarse de la venta anterior. Así de corta no solo la memoria, sino la atención que los visitantes se merecen al parecer un cobro de taquilla a la discreción sin respetar las propias políticas para el pago del boleto de ingreso a la zoológico.

Ojalá que los responsables del este espacio de contacto con la naturaleza tome carta en el asunto y estos casos no se repita porque daña su reputación al dejar un mal sabor de boca en los visitantes. No olviden de que nada sirve una buena infraestructura si no se cuenta con el capital humano que garantice calidad. A veces, no importa tanto la instalación como el calor y la atención humana lo que hace la diferencia.

En fin, tan solo una macra experiencia que no significó un cambio en la esencia del disfrute de un fin de semana en familia y con mucho entusiasmo por conocer un poco más de Yucatán.

AL CALCE. La policía de Yucatán mantiene un retén en la entrada a la Mérida. No son malos los operativos para resguardar la seguridad. Sin embargo, si es un exceso que restrinjan a solo un carril el acceso de los que vienen por la carretera de Valladolid como los que se incorporan a esta desde la carretera de Chetumal y que también quieren entrar a Mérida. Se propicia, por la cantidad de vehículos un atraso además de riesgos de que al intentar entrar el embudo, el potencial de accidentes. Valdría la pena conservar dos carriles de acceso en las horas pico de la carretera para agilizar el paso y dar mayor seguridad a los automovilistas que entrar a Mérida.


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