En los últimos tres meses, desde que se suspendieron las clases, para evitar un mayor retraso educativo ante el temor inicial de perder el curso escolar la asistencia presencial se fue sustituyendo con la educación a distancia. Una situación inédita pero necesaria para sacar adelante la situación.

Sin embargo, es muy claro en estos días, darnos cuenta de los grandes retos que tal reconversión de lo presencial a la distancia significó para la experiencia educativa. En primera instancia hay que destacar la brecha de desigualdad que se fue agrandando en la medida que se evidencia las deficiencias en la infraestructura de comunicación y, por otro lado, la carencia de recursos y de las habilidades de operación de los medios electrónicos tanto de maestros como en los alumnos.

Una desigualdad que se arraiga en todos los ámbitos, tanto públicos como privados, aunque es muy cierto que en el primero la situación tiene tintes de gravedad. Pero también en las instituciones privadas se tuvieron muchos problemas, ya que no se dependía de la calidad del servicio de la escuela, sino de los recursos de los propios maestros que en algunas circunstancias están limitados.

Como también, en ambos, la educación a distancia que implica el uso de plataformas electrónicas destinadas al aprendizaje, así como el aprovechamiento de las redes sociales el medio de comunicación más popular en los alumnos, al igual que todas las demás herramientas de trabajo electrónico son, hasta el día de hoy, un tabú para algunas instituciones y mucho más para el obrar educativo de muchos maestros. No es una generalidad, pero si una realidad.

Dentro de la incertidumbre propiciada por la pandemia y el inicio del próximo curso escolar lo que sí parece más que cierto es que día a día se hace difícil el retorno presencial de clases. Por lo cual, el uso de las herramientas tecnológicas a distancia ya son una necesidad para integrarse de pleno a la actividad escolar cotidiana.

Se debe reconocer que la SEP, después del exabrupto de la circunstancia, ha tomado decisiones para que en las escuelas públicas se implemente la plataforma G-Suite. En estos días se imparte la capacitación convenida entre la empresa Google y la secretaría de educación para entrenar a los maestros en el uso de esa herramienta y posiblemente una certificación sobre estas habilidades. Esto no excluye ni solucionará la desigualdad social que será un gran obstáculo en esta “nueva normalidad educativa”. Pero se debe aceptar que es un buen comienzo.

A las instituciones privadas no les quedará de otro remedio que proveerse de alguna plataforma tecnológica. Si una institución tiene el dominio de Internet .edu.mx pueden aspirar a usar el G-Suite de Google de forma gratuita. Pero también en muchas instituciones privadas no hay una visión ni estrategia para incorporar nuevas tecnologías a la formación académica. Por lo cual, dentro del marco de la competitividad las escuelas que no “tomen el toro por los cuernos” quedarán sin duda rezagadas y fuera del mercado.

Todo lo anterior no es menos que una preocupación real que implica el cambiar las instituciones docentes y más los maestros la concepción del aprendizaje y la metodología de enseñanza bajo la modalidad a distancia. No significa trasladar la experiencia áulica como tal se imparte en una clase presencial.

La educación a distancia implica una mayor interacción del maestro y el alumno individualizada mediada por el recurso tecnológico, propiciando más compromiso del segundo en su propio desarrollo de aprendizaje. No es ni magistral, ni tampoco unidireccional. Esto contrae el reto de interiorizar en el estudiante la motivación hacia el autoaprendizaje y el accionar para la adquisición de nuevos conocimientos. Una situación de la cual tampoco existe una cultura en los estudiantes mexicanos que al paso del tiempo genera una serie de vicios de disciplina que los alejan del autodidactismo.

Así que viene un curso escolar para el 2020-2021 que no será atípico como fue el periodo de suspensión, ya que se espera que este breve espacio de receso escolar, tanto el sistema como los maestros se preparen para afrontar la incorporación de tecnología en el aprendizaje. Esto es un hecho.

 

 


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