Río de Janeiro, 6 ago (EFE).- La Amazonía se presenta como un territorio lleno de soluciones para luchar contra la crisis climática a través de la explotación sostenible de sus recursos, siempre y cuando los Gobiernos de la región adopten medidas para superar trabas como la violencia y la falta de infraestructuras, según coinciden diversos informes y expertos.

La llamada bioeconomía, además de ofrecer mejores condiciones de vida a casi 47 millones de habitantes en los ocho países que comparten el bioma y de detener la devastación de la mayor selva tropical del mundo, elevaría en 67 % el actual PIB de la Amazonía brasileña, según un estudio divulgado en julio por el consorcio de investigadores WRI Brasil.

Ante tal argumento, unos trescientos líderes de cien organizaciones de los ocho países de la región, reunidos en la Conferencia Panamazónica, enviaron un documento a los jefes de Estado que el próximo martes asistirán a la Cumbre de la Amazonía para exigirles que en la cita en la ciudad brasileña de Belém se adopte la bioeconomía como el nuevo modelo de desarrollo para la región.

“La bioeconomía es la clave para desbloquear el potencial económico de la región, preservando su integridad ecológica y su contribución a la economía regional. Como tal, necesita estar en el centro de cualquier plan de desarrollo sostenible e inclusivo de la Amazonía”, explicó Vanessa Pérez-Cirera, directora del World Resources Institute y vocera del centenar de grupos sociales.

Pero el modelo alternativo y sustentable presentado como panacea para la Amazonía exige previamente la adopción de medidas para superar los actuales cuellos de botella que amenazan cualquier iniciativa en el pulmón vegetal del mundo, afirman expertos consultados por EFE.

LA CRECIENTE VIOLENCIA ESPANTA LOS NEGOCIOS SUSTENTABLES

“La oferta de recursos financieros para impulsar la bioeconomía ha aumentado, pero el mayor desafío es mejorar la gestión, la mano de obra calificada, las infraestructuras y el ambiente de negocios en la Amazonía, especialmente con la reducción de la violencia”, señala a EFE el ingeniero agrónomo Beto Veríssimo, uno de los fundadores de la organización ecologista Imazon.

Según el investigador sénior de Imazon, la región se ha convertido en los últimos años en una de las más violentas de América Latina.

De acuerdo con las estadísticas del Fórum Brasileño de Seguridad Pública, la Amazonía, pese a ser la región menos poblada de Brasil, fue escenario de una de cada cinco muertes violentas en el país el año pasado, con más de 9.000 homicidios de los 47.500 registrados en todo el territorio durante 2022.

“Para garantizar la viabilidad de la bioeconomía, los Gobiernos necesitan intensificar los esfuerzos para erradicar todas las actividades ilícitas en la Amazonía”, dicen las organizaciones de la Conferencia Panamazónica en el mensaje enviado a los presidentes.

Otra de las peticiones de las organizaciones sociales se refiere a la inversión en infraestructuras sostenibles y en las hidrovías, para poder transformar las ciudades de la Amazonía en polos de innovación para la bioeconomía.

Igualmente demandan estrategias nacionales o regionales para impulsar la bioeconomía, pero que tengan en cuenta este modelo de desarrollo en todas sus visiones.

DIFERENTES VISIONES DE LA BIOECONOMÍA

Porque es necesario entender que hay diferentes Amazonías y que cada una exige estrategias diferentes de bieoconomía, advierte la investigadora Joana Chiavari, de la Climate Policy Initative.

Para la Amazonía aún conservada, con su selva intacta y habitada por comunidades tradicionales, la recolección de productos naturales y la adopción de biotecnologías pueden agregarle valor a la selva en pie y a los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas.

Sin embargo, en la Amazonía ya devastada, con áreas degradadas pero también tierras para la agricultura, la alternativa es la producción de biomasa con tecnologías sustentables y la reforestación incentivada con créditos de carbono.

Y por último, en la Amazonía urbana, con grandes ciudades como Manaos, la estrategia es montar centros de desarrollo e innovación y polos industriales en sectores de biotecnología como fármacos, cosméticos y química verde.

Según el estudio de WRI Brasil, un nuevo modelo de desarrollo para la Amazonía que mantenga la selva en pie, con la promoción de actividades de bioeconomía, puede agregarle 8.420 millones de dólares anuales al PIB de la Amazonía brasileña a partir de 2050.

La llamada “nueva economía”, según el estudio, permitiría generar 883.000 nuevos empleos en la región, reforestar 240.000 kilómetros cuadrados de selvas degradadas y reducir a cero la tala, un desafío que se antoja tan ambicioso com necesario.

Carlos A. Moreno

 

 

 


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